Globalización y burocracia

Era intuitivo pensar que con las tendencias neoliberales y el auge de la globalización se reduciría el rol del estado y con esto su burocracia, dando mayor espacio para el crecimiento de la actividad privada. 

Era intuitivo pensar que con las tendencias neoliberales y el auge de la globalización se reduciría el rol del estado y con esto su burocracia, dando mayor espacio para el crecimiento de la actividad privada.  Sin embargo, los estudios empíricos y la práctica reciente demuestran lo contrario.

Inclusive  hemos visto como en aquellas áreas donde se redujeron los espacios de supervisión y se establecieron medidas de-reguladoras, tales como el sector financiero en los Estados Unidos, los costos han sido mayores que sus beneficios.

En adición, en países como Grecia, con bajos niveles de rendimientos de cuentas por parte de las autoridades oficiales, y con débiles medidas de supervisión y transparencia, el desenlace ha sido catastrófico.

Dani Rodrick en su libro “La Paradoja de la Globalización”, indica que  la apertura al comercio internacional en las economías ha jugado un rol importante en los tamaños del estado.

La variación del tamaño del sector público entre países de similar riqueza puede ser explicada por la incidencia del comercio internacional en dichas economías.

A mayor comercio, mayor gobierno. Rodrick, señala  que esta  propensión de expansión de los gobiernos no recae solamente en la necesidad de establecer paz y seguridad,  y  proteger propiedades, sino que también se debe a la necesidad de preservar la legitimidad del mercado protegiendo a las personas de los riesgos y las inseguridades que el mismo mercado brinda.

A mayor apertura, e incidencia en los niveles de globalización, mayor burocracia técnica, a lo cual debemos añadir, mayor necesidad de rendimiento de cuentas.

Para el caso dominicano, en apenas 10 años hemos firmado tratados de libre comercio con países que representan más del 90% de lo que exportamos y sobre el 50% de lo que importamos. En adición, somos miembros de la OMC.

Todo esto hace que las reglas de juego de hace una década no sean las mismas que las actuales. Mientras antes dependíamos de los aranceles  para controlar las importaciones, y con esto resguardar a productores,  sectores más amplios y consumidores, actualmente requerimos de la utilización de mecanismos más sofisticados y complejos como normativas técnicas, reglamentación de etiquetados, regulaciones sanitarias y fitosanitarias y la utilización de mecanismos legítimos de defensa comercial.

Todo esto requiere de una burocracia técnica, en el buen sentido de la palabra, con servidores públicos experimentados, bien entrenados, que puedan “competir” en este nuevo mundo de la apertura comercial, con el objetivo de defender tanto a los productores como a los consumidores.  

En este plano hemos visto como instituciones como la Comisión de Defensa Comercial, ha venido jugando un rol cada vez más importante. Este tipo de instituciones son las que debemos seguir fortaleciendo, convirtiéndolas  en defensores del interés nacional, en concordancia con nuestros compromisos internacionales. l

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