Parece que ha sido tomada seriamente la idea de revisar la jornada laboral del sector público. La misma es la comprensión de que con un cambio en esa dirección se atenuaría el caótico servicio de transporte de pasajeros en el Gran Santo Domingo.La jornada laboral general se inicia en la mayoría de las empresas a las ocho de la mañana, la misma hora en que el sector público ofrece sus servicios. Además, las escuelas públicas y privadas y las universidades también funcionan en ese mismo horario, lo que unido al movimiento comercial hace muy complicado el desenvolvimiento del tránsito en la Capital.
A eso habría que agregar la mala conducta de mucha gente que maneja vehículos de motor, que no respeta las señales más elementales sobre el tránsito y se burla de la ley y de la autoridad. No hablemos de los conductores del concho y las guaguas voladoras.
Todo eso complica trasladarse de un sitio a otro en la ciudad. Tanto que a veces para recorrer un tramo de tres kilómetros hay que planearse para invertir un mínimo de 30 minutos y hasta una hora.
En general, habría que pensar también en una visión integral de los problemas de la ciudad, que incluya el sistema de transportación urbana, los medios, la misma ley de tránsito, en atención a las necesidades de los usuarios.
Como puede verse, se trata de una cuestión compleja. Mientras tanto, que haya una revisión de los horarios de entrada a las instituciones públicas podría contribuir a bajar el tráfico y la movilidad durante las horas donde haya más concurrencia en las calles.
Por eso, el anuncio del ministro de Administración Pública de presentar al Poder Ejecutivo un proyecto que contemple la reestructuración de los horarios de trabajo en el gobierno podría ser la primera de una serie de medidas necesarias para mejorar el caótico tránsito en una ciudad que crece y se expande sin un plan maestro y una dirección coordinada por los gobiernos municipales y nacional.
