Introducción:

Las Cartas Pastorales, Mensajes, Declaraciones o Notas del Episcopado, aluden con mucha frecuencia a la Virgen de la Altagracia, fomentan su devoción y aportan elementos desde el punto de vista teológico, sobre todo, para la teología contenida en su nombre o título de la “Altagracia”: en sus más de 200 documentos, que van desde 1960 a 2012, hace en 140 de ellos 240 referencias a la Santísima Virgen María;  125 de dichas referencias están dirigidas explícitamente a la Altagracia en 130 documentos.

La Conferencia Episcopal Dominicana en la fiesta altagraciana del 21 de enero,  en la fiesta del 27 de febrero o en otras ocasiones, dirige una Carta Pastoral o Mensaje al pueblo dominicano, cuyo contenido, normalmente, está relacionado con la realidad pastoral interna de la Iglesia o con la problemática del país en ese momento.  De esas Cartas y Mensajes extraemos literalmente las siguientes citas sobre la Altagracia:

1. Carta a Rafael L. Trujillo.  25 de enero de 1960.  
“La Virgen de Altagracia, de cuya férvida devoción ha dado V. E. tantas públicas pruebas, ilumine su mente y guíe sus pasos, a fin de que a todos sea restituida la libertad, tranquilidad y paz, a las que todos únicamente aspiran”.

2.  Comunicado sobre Sacerdocio, Familia y Violencia.  30 de julio de 1971.
“Finalmente, queremos expresar nuestra satisfacción por la recuperación del cuadro venerado de Nuestra Señora de la Altagracia.  Ella ha sido siempre el instrumento eficacísimo del que se ha valido Dios para despertar e intensificar las virtudes mejores de este pueblo.  Ella ha detenido muchos males; ha inspirado a grandes multitudes el respeto y el amor justo y generoso al prójimo; ha sido por siglos un gran medio para corregir nuestros males e incentivar nuestro progreso espiritual, moral, intelectual, social y material y ha constituido el refugio de los atormentados por el dolor físico o moral que en su protección encontraron lenitivo a sus sufrimientos y sintieron florecer en sus corazones los más nobles ideales”.

3. Año de Renovación Cristiana.  15 de enero de 1972.

“Es tan amplio el conjunto de gracias y dones celestiales con que Dios adornó a la persona de María, escogida para ser la Madre de su Hijo, que el ángel a quien confiara el encargo de revelarle su misión no vaciló en llamarla “llena de gracia” (S. Lucas 1, 28).  Sí, lo reconocemos y nos alegramos.  También por ser tan grande ese cúmulo de gracias, la Virgen es venerada por los cristianos de todas las épocas haciendo resaltar alguna de las manifestaciones de esas gracias.

Para nosotros, los que providencialmente hemos vivido en esta tierra, hay un nombre familiar que usamos para honrar a María que nos inunda de gozo el corazón.  Ese nombre es el de Virgen de la Altagracia”.

Todos sabemos ya que la “Alta Gracia” a la cual ese nombre bendito se refiere es precisamente la Maternidad Divina de María, o sea la fuente y principio de toda su gloria, la razón suprema de su santidad; el don excepcional con el cual ella fue instrumento de Dios para que su Hijo Divino se hiciera hombre y nosotros viniéramos a ser salvados del pecado y adoptados como hijos del mismo Dios”.

4. En el Cincuentenario de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Altagracia. 8 de julio de 1972.

“El culto mariano bajo la advocación de la Altagracia es para el pueblo dominicano la manifestación más notable de la religiosidad popular, por lo mismo aparece mezclada y asociada a nuestra cultura, nuestro folklore, y nuestras características históricas.

Para el cristiano de hoy “la Madre de Dios es tipo de la Iglesia, como ya enseñaba San Ambrosio, a saber: en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo”  (Vat. II, const. sobre la Iglesia, 63), y esto nos sirve de gran apoyo para no separar a la Virgen de Cristo y de su Iglesia, como podría suceder si nos limitáramos a lo puramente sensible o devocional del culto.

Es un deber de todos esforzarnos para que el culto altagraciano, siendo cada vez más eclesial y puro, se dirija a Cristo, “principio y fin de todas las cosas”, ayudándonos a la entrega cristiana en el servicio a Dios y a los hermanos”.

5. En el año mariano y los desafíos nacionales al comienzo de año.  21 de enero de 1988.

“La devoción a la Virgen, en su advocación de Altagracia, se remonta a los mismos inicios de nuestra primera evangelización.  Ya en 1576, el Arzobispo Carvajal escribía a Felipe II que la afluencia de gente al Santuario de la Altagracia era tan grande como la que acudía en Cáceres de España al de Nuestra Señora de Guadalupe.  A ella se encomendaron el 21 de enero de 1691 los macheteros del Este en la Batalla de La Limonade contra el ejército francés y salieron victoriosos.  Se trasladó entonces la fiesta del 15 de agosto al 21 de enero.  Duarte llevó siempre en el pecho un relicario con la figura de la Altagracia.  En 1954 fue declarada oficialmente, por ley, Protectora Nacional”.

6. Sobre la Sociedad, la Nación y el Estado.  21 de enero de 1990.

“Con el alma aún inundada de suavidades  navideñas celebramos hoy la festividad de Nuestra Señora de la Altagracia, protectora del pueblo dominicano.
Ambos misterios, el del Nacimiento de Nuestro  Salvador y el de la Maternidad divina de María, que es la “alta gracia”, el “don excelso” que María recibió de Dios y que fundamenta la belleza y grandeza de la invocación bajo la cual acudimos los dominicanos a ella, nos estimulan a escribir esta Carta Pastoral sobre la realidad socio-económico-política del país en el comienzo de un año de elecciones.

El misterio de la Encarnación de Dios nos habla del amor y solicitud de Dios al ser humano, de la rehabilitación y elevación de ese ser humano a su plenitud y de Dios hecho hombre por amor a todo el género humano.

Dicho misterio nos habla también de la recuperación en Cristo de la armonía, perfección superior y destino glorioso de todo lo creado que el pecado había destruido sobre la tierra (Cfr. Carta a los Efesios 1, 8-10).

La Maternidad divina de María proclama no sólo su maternidad respecto al Niño que nace en Belén sino también su maternidad espiritual y universal”.

7. Plan de Pastoral.  21 de enero 1993.

“La mayor esperanza, sin embargo, la ponemos en Nuestra Señora de la Altagracia, cuya festividad celebramos, Protectora Nacional, Estrella de la nueva evangelización.

A ella, que en el cuadro bendito de Higüey se inclina dulcemente ante su hijo y lo adora, le pedimos que nos ayude a que, a través de esta nueva evangelización, logremos que todos los dominicanos conozcan profundamente, amen y sigan a su hijo, Nuestro Señor Jesucristo”.

8. La Familia. 21. Enero 1992.

“En el venerado cuadro de Higüey junto a María está San José y el Niño.  Ellos formaron en la tierra la “Sagrada Familia”, modelo excelso de toda familia.  Que ella nos obtenga de Dios, nuestro Padre, que todas nuestras familias sean un reflejo fiel de la Nazaret”.

9. Haitianos y dominicanos.  21 enero de 2006

“La Basílica de la Altagracia en Higüey debe seguir siendo “una casa y escuela de comunión entre haitianos y dominicanos”, un lugar que diga a todos que la convivencia entre estos dos pueblos, con diversas historias, culturas, lenguas y tradiciones, no sólo es posible, sino realizable, promoviendo los valores comunes indiscutibles que tienen más que las diferencias también indiscutibles que los separan”.

10. Peticiones y deseos

“Que la Virgen de la Altagracia, Madre común, acuerde a nuestros esfuerzos espíritu de continuidad, otorgue magnanimidad a nuestros corazones y nos infunda una fe intrépida en el feliz destino de nuestro amado país”.  (2 de febrero de 1968).

“Que la Virgen de la Altagracia, Madre y protectora de todos los dominicanos, ilumine la conciencia de cada uno y le dé fuerza para actuar responsablemente de acuerdo a la inviolable voz de su sacrosanta conciencia”.  (Cuaresma de 1978).

“Que la Virgen de la Altagracia nos proteja a todos y nos consiga la gracia especial-gracia alta- de ser cada uno fiel a las propias y comunes responsabilidades”.  (30 de noviembre de 1980).

“Que la Virgen de la Altagracia nos proteja maternalmente siempre”. (16 de noviembre de 1981).

“Que la Virgen de la Altagracia nos cobije bajo su manto y nos proteja”.  (21 de enero de 1990).

“A ella, Madre del Salvador y Madre nuestra,  le pedimos que nos ayude a comprender en toda su profundidad el bautismo que un día recibimos y nos ayude a vivirlo en todo su esplendor” (21 enero 1996).

“Llenos de gratitud ante el Padre Celestial por estos 50 años de existencia de la Conferencia del Episcopado Dominicano al servicio del pueblo de Dios y cargados de esperanza para los años venideros, nos encomendamos una vez más al maternal cuidado de Nuestra Señora de la Altagracia, implorando para nosotros y para todo el pueblo dominicano la gracia de su protección y la bendición de su Amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo”  (21 enero 2012).

CONCLUSIÓN:

CERTIFICO que todos los textos de mi trabajo “LOS OBISPOS SOBRE LA ALTAGRACIA” son citas literales de Documentos de la Conferencia del Episcopado Dominicano, pero dicho trabajo no recoge de manera exhaustiva todas y cada una de las referencias que ellos hacen a la Virgen María ni, concretamente, a la Virgen de la Altagracia.

DOY FE, en Santiago de los Caballeros a los diecisiete  días del mes de enero del año del Señor 2012.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas