Memorias de un Anfibio, de René Peguero Rodríguez

Una novela escrita en el más puro español dominicano, evitando caer en lo meramente coloquial, es la que acaba de publicar el joven narrador y arquitecto René Peguero Rodríguez, con personajes sacados de esa picaresca posmodernidad dominicana,…

Una novela escrita en el más puro español dominicano, evitando caer en lo meramente coloquial, es la que acaba de publicar el joven narrador y arquitecto René Peguero Rodríguez, con personajes sacados de esa picaresca posmodernidad dominicana, con sabor a cerveza y chimichurris, obscena lírica merenguera y bachatera, bajo el ruido ensordecedor de bocinas entre palabrotas impublicables para escritores que desprecian lo criollo en un estéril esfuerzo por la universalidad.

Probablemente consciente de que todo lo humano es universal, Peguero Rodríguez logra que El Peje, su personaje central, atrape al lector desde la primera página hasta la última, con protagonistas secundarios como la sensual mulata Yubelkis Yamilete Saldaña y su hermano Bilomar, mostrando física y espiritualmente la realidad lastimera de una sociedad abrumada por carencias y afanes consumistas.

Memoria de un Anfibio podría describirse como un retrato literario, matizado con los recursos estéticos de la narrativa propia del guión cinematográfico, que muestra el drama existencial de sujetos que viven en permanente transición, con una identidad angustiosamente prefabricada. Se trata de vidas forjadas en los años ochenta del siglo XX dominicano, para muchos nuestra “Bella Época”, pero calificada por los economistas como “la década perdida”, con religión, política y lucha libre incluidas. Yubelkis, amante fugaz de El Peje, de lo que pudo percatarse el resignado Bilomar, cae en Alemania junto al teutón que enloqueció con sus encantos en el hotel de Puerto Plata donde trabaja como bailarina. Retorna de Europa con prendas y ropas de los más famosos diseñadores, deslumbrando al otrora compañero con un BMW del año. Reconoce, no obstante, que los momentos más felices fueron los vividos junto al estrafalario noviecillo. Peguero Rodríguez, tal vez sin proponérselo, junto al valor estético de lo narrado en Memorias de un Anfibio, entrega a la comunidad intelectual y científica un rico material para el estudio de la presente psicología social dominicana.

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