El papa Francisco, Dubert, política…

Conozco al papa Francisco desde que yo tenía 14 años edad. Compartí con él en ambientes de fe, con Jesús como ejemplo a seguir, en campamentos juveniles, enseñando la solidaridad, fortaleciendo el conocimiento y valorando el medio ambiente.…

Conozco al papa Francisco desde que yo tenía 14 años edad. Compartí con él en ambientes de fe, con Jesús como ejemplo a seguir, en campamentos juveniles, enseñando la solidaridad, fortaleciendo el conocimiento y valorando el medio ambiente. Compartí con él organizando parroquias, liberando personas del yugo de la ignorancia, educando sobre nuestro deber de servirle al prójimo, en especial a los más necesitados… Bueno, en realidad no me refería al papa Francisco, sino al padre Dubert, también jesuita. Las ideas y actuaciones de ambos las noto muy parecidas, guardando el debido respeto al Sumo Pontífice. Por ello el obispo de Roma me es tan familiar, lo que de seguro le ocurre a muchos de los que trataron al padre Dubert.

El papa Francisco cada vez me impacta más con sus reflexiones teológicas y sociales. Significan mucho para el futuro de la Iglesia Católica. Entiende al ser humano, con sus luces, sobras y complejidades que le rodean. Es alguien que ríe y llora, que es compasivo y enérgico cuando es necesario, que es claro cuando habla, que no tiene ínfulas mesiánicas. En poco tiempo se ha ganado los corazones de los católicos y la admiración de gran parte de los pobladores de la tierra.

Ahora que el papa Francisco visitó Cuba abriendo y promoviendo horizontes de bien y de esperanza, resaltando la paz, el servicio a los demás, la comprensión, la hermandad y la humildad. Recuerdo algunos de sus pensamientos sobre política que ojalá nuestros ciudadanos (en especial los actores principales) asimilen con la seriedad que ameritan.

“¡No se puede gobernar sin amor al pueblo y sin humildad! Y cada hombre, cada mujer que debe tomar posesión de un servicio público, debe hacerse estas dos preguntas: ‘¿Amo yo a mi pueblo, para servirle mejor? ¿Soy humilde y escucho a los otros, los diferentes puntos de vista, para elegir el mejor camino?’.

“Ninguno de nosotros puede decir: ‘Pero yo no tengo nada que ver con esto, ellos son los que gobiernan…’. No, no, yo soy responsable de su gobierno y tengo que hacer lo mejor para que gobiernen bien y debo hacer lo mejor por participar en la política como pueda”. “Y si tantas veces hemos oído: ‘un buen católico no debe inmiscuirse en la política’ esto no es cierto, esa no es una buena vía”.

Ojalá que estos mensajes lleguen a gobernantes y gobernados. Son una invitación a servir desde el poder y a ser activos en esa noble tarea.
Gracias papa Francisco por tu obra extraordinaria en favor de nuestra Iglesia y del mundo, y gracias padre Dubert por hacerme comprenderla más fácil. Honor a esos dos grandes Hijos de Dios.

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