Por San Pedro de Macorís

San Pedro de Macorís es una provincia vigorosa, con una economía propia que se expresó esplendorosamente cuando el azúcar era el motor de la economía. Luego vinieron las zonas francas y por igual fueron en su momento las más importantes. Con…

San Pedro de Macorís es una provincia vigorosa, con una economía propia que se expresó esplendorosamente cuando el azúcar era el motor de la economía. Luego vinieron las zonas francas y por igual fueron en su momento las más importantes. Con el tiempo, eso ha cambiado, y esa provincia ha ido avanzando por senderos económicos nuevos, con el asentamiento de inversiones importantes, en educación, electricidad, cemento, industrias y turismo, lo mismo que en la agropecuaria. Pero los macorisanos entienden que sus avances no han encontrado la mano amiga del sector público, que les dé un justo acompañamiento que contribuya a elevar la trascendencia de toda la provincia.

Con razón, la Cámara de Comercio y Producción se queja del bajo volumen de inversión pública. Se queja de que la provincia lleva cinco años fuera del Presupuesto Nacional, lo que no se compadece con una comunidad con tanto potenciamiento.

Los petromacorisanos esperan que el gobierno termine una ampliación del acueducto, que sea solucionado el serio problema del drenaje pluvial del municipio cabecera. En cualquier torrencial, San Pedro queda bajo las aguas.
Asimismo, la comunidad demanda un nuevo mercado público, donde comerciantes y pobladores puedan confluir en un ambiente adecuado, con las condiciones y servicios necesarios.

Una urbe como San Pedro de Macorís necesita un hermoseamiento, para que no se sienta que se ha quedado atrás, pese a las importantes inversiones que ha recibido del sector privado.

En esa dirección, el Malecón debe tener otra cara. Los macorisanos se sentirían más orgullosos de lo que son si el gobierno contribuye cambiándole la cara a esa parte del pueblo.

Y algo muy importante: el tradicional muelle de San Pedro de Macorís debe ser readecuado. Hoy tiene un uso muy limitado, y bien podría ser de destino múltiple, en condiciones que pueda recibir turistas, como ya está ocurriendo con Puerto Plata.

Naturalmente, también sería bueno que llegue una nueva ola de inversiones privadas, y entonces el Estado se sienta estimulado y se abra a brindar un mayor acompañamiento, de modo que las puertas del Este brillen más, como en los tiempos que añoran.

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