Puerto Plata aspira volver a su pasado de bonanzas

Sentado en el malecón de Puerto Plata, con una mirada vaga hacia un muelle desolado, en contraste con el activo movimiento de barcos y cruceros de antes, a Simón Rosario le preocupa que dejó de ser un taxista turístico para con

Sentado en el malecón de Puerto Plata, con una mirada vaga hacia un muelle desolado, en contraste con el activo movimiento de barcos y cruceros de antes, a Simón Rosario le preocupa que dejó de ser un taxista turístico para convertirse en buhonero.No le quedó otra salida, porque emigrar con su familia conllevaba gastos que él no podía enfrentar.

Desde entonces su vida cambió por completo, como la de miles de puertoplateños desplazados a una economía informal cuando se fueron los buenos tiempos del turismo.

Rosario apenas subsiste con el poco dinero que consigue pregonando CDs pirateados de bachatas y rancheras de borrachos en el casco histórico de una ciudad envidiablemente hermosa, ahora amenazada por una creciente delincuencia que muchos atribuyen al desempleo.

En cada rostro está latente esa realidad pesaroza. Entre un pasado de bonanzas y un presente de adversidades discurre Puerto Plata.

No obstante, la apuesta al futuro también se diluye entre el rezago y la esperanza.

El comercio es otro termómetro. “Esto se ha venido abajo. Si no hay dinero, tampoco hay negocio”, comenta Elena Abreu, profesora jubilada que desde hace 40 años tiene una de las pocas floristerías de la ciudad.

Cuando emigró de Monte Cristi, la pujante economía de entonces hacía “que todo se vendiera”.

“Turismo maduro”

La expresión “turismo maduro” es una mala palabra, porque hay quienes entienden que “lo viejo atenta contra los intentos de volver al pasado”.

Sin embargo, Enrique De Marchena Kaluche, expresidente de la Asociación de Hoteles y Turismo, considera que “maduro” no significa que el turismo de Puerto Plata haya perdido su lozanía.

Asegura que el desarrollo está en manos de sus propios habitantes y que no depende sólo de la inversión pública y extranjera.

“Muchos han creído que todo se resuelve con dinero y no es así; muchos han creído que el Estado lo puede y lo debe hacer casi todo, y tampoco es así”, advierte.

A finales de la década del 70, Puerto Plata surgió como uno de los destinos turísticos principales del Caribe. Un concierto de voluntades convirtió en un paraíso las atracciones turísticas de la zona.

En 30 años de esplendor, diez millones de turistas fueron acogidos en cuatro mil habitaciones hoteleras, según estadísticas del departamento de Infraestructura Turística del Banco Central (Infratur).

Era la época en que los cruceros invadían el puerto cargados de visitantes y los aviones surcaban los cielos, en un inusitado tráfico del aeropuerto Gregorio Luperón.

Pero todo ese pasado hoy se debate entre sueños y esperanzas.

Los cayos y bahías de pronto quedaron en el olvido, aunque la costa atlántica no ha perdido su brillo. Algunos creen que la desgracia vino de la mano con la contaminación de las termoeléctricas y el descuido de los touropeadores por los cruceros.

Una y otra cosa puede que haya incidido, aunque también hay quienes aseguran que Puerto Plata fue víctima de una conspiración que de golpe y porrazo sepultó su turismo.

LOS EXPERTOS

Enrique De Marchena Keluche
Empresario turistico

Opina que el resurgimiento del turismo en Puerto Plata debe ser el resultado de acciones conjuntas y de consenso, teniendo como base la inversión de los sectores público y privado y como referencia un pasado promisorio.

Walter Musa
Alcalde

Destaca el interés del Gobierno en promover un plan estructurado y sostenido de inversión, y pone como ejemplo el apoyo que ha prestado a las obras de desarrollo y de atractivos turísticos en toda la provincia.

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