Guillermo Rigondeaux, invicto boxeador cubano y campeón súper gallo (122 libras) avalado por la Organización Mundial de Boxeo (OMB), encontrará el 13 de abril “la horma de su zapato” cuando enfrente al filipino Nonito Donaire.
Rigondeaux y Donaire cruzarán guantes en pleito por la unificación de los cinturones de la división súper gallo. Donaire es el monarca súper gallo del la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).
Mi largo trajinar profesional no me permite divagar… ¡y mucho menos andar con rodeos!
Por tal razón, cuando analizo una pelea, y máxime si se trata de púgiles miembros de la élite del boxeo, emito, sin mediatintas, un criterio claro y acabado.
Respecto al tan esperado combate que tendrán los citados peleadores -y ambos tienen el sello de la no derrota-, voy a exponer, en base a precisos argumentos, mi opinión.
Les adelanto que Donaire, a quien se le iguala con su paisano Manny Pacquiao, va a poner a sudar duro a Rigondeaux quien presenta expediente profesional de 11-0. Nueve de sus triunfos han sido antes del límite (KO).
El capacitado boxeador cubano reeditó la historia escrita en 1978 por Leon Spinks quien con apenas siete peleas se adueñó de una corona del mundo cuando derrotó al inmenso Muhammad Alí.
En el boxeo moderno Guillermo Rigondeaux, también cuando tenía foja de 7-0, se coronó campeón.
Técnica contra pegada
Cuando suban al cuadrilátero Donaire y Rigondeaux vamos a ver dos escuelas.
Rigondeaux es de la escuela técnica. Boxeador escurridizo, eficiente en sus movimientos laterales, inteligente, con su mortificante jab y con su guardia zurda.
Mientras que la escuela de Donaire se sintetiza en anestesiante pegada -conecta durísimo con las dos manos-, fogosidad constante, excelente manejo de su gancho de izquierda, efectiva combinación del uno-dos (jab corto y recto) y rematador cuando ve al rival a su merced.
La pelea será en Nueva York y creo que no va a durar los 12 rounds.
