Sacerdote divide comunidad de Juncalito

Juncalito.-Un equipo de psicólogos para detectar nuevas víctimas, será enviado por la Fiscalía de Santiago a esta comunidad, debido a que las denuncias de agresiones sexuales contra el sacerdote Wojciech Gil, mantienen divida a…

Juncalito.-Un equipo de psicólogos para detectar nuevas víctimas, será enviado por la Fiscalía de Santiago a esta comunidad, debido a que las denuncias de agresiones sexuales contra el sacerdote Wojciech Gil, mantienen divida a la comunidad.

En algunos casos, muchos padres desconocen que sus hijos fueron abusados por el padre Alberto como es conocido el cura de nacionalidad polaca en este distrito municipal perteneciente al municipio Jánico.

En el día de ayer, el expediente fue entregado por la Unidad contra Violencia de Género ante la fiscal titular Luisa Liranzo, quien decidió hacer un levantamiento en Juncalito con expertos de la conducta, para determinar si el temor impide que muchos se nieguen a denunciar.

Hasta el momento solo un padre ha acudido y en otros tres caso se ha comprobado fueron agredidos sexualmente. La división es tal en la comunidad, que en la celebración de la misa en la noche del domingo, oficiada por el sacerdote Gregorio Ringel junto otros dos curas, solo una parte de la comunidad asistió.

Roberto Rodríguez quien dirige el movimiento Unión Fuerza y Seguridad, grupo que desató el escándalo y dio a conocer las supuestas barbaridades cometidas por el cura católico advierte que solo aceptarán que un sacerdote acuda a oficiar la misa, pero no dejarán que se quede en la comunidad.

“El era un gran luchador por la comunidad, pero al parecer andaba buscando ventajas”, expresa Rodríguez.

Esa es la frase más común con la que definen los residentes del distrito municipal de Juncalito a Wojciech Gil, el padre (Alberto), es que se trataba de un hombre fajador que durante los seis años que sirvió como pastor logró varias conquistas.  

En la comunidad muchos, como el joven Ambiorix espinal, quien lleva ya ocho años como secretario de la parroquia San Antonio de Padua dudan de que sean ciertas las presuntas agresiones sexuales cometidas a catorce niños.

El padre Alberto prácticamente hizo su vida en esa comunidad y hasta dormía en el segundo nivel de la oficina parroquial, donde fueron encontradas, tangas, bebidas alcohólicas, sedantes.

La labor social destacada en esa zona montañosa contrasta con los hechos que se le imputan, por lo que algunos esperan pueda retornar al país desde Polonia para que pueda defender su honestidad.

Sisa Díaz, refiere que ni come ni duerme desde que explotó el caso, pues no puede creer que el cura fuera capaz de cometer los hechos. Díaz, una devota católica quien creía a capa y espada en el padre Alberto, dice se comportó como un padre para la comunidad ubicada en la sierra de la cordillera central.

Al padre Alberto se le atribuye la mayoría de logros de la comunidad como el conseguir una guagua estudiantil, un camión bomberos, ambulancia y jeep para brindar atenciones a los más necesitados. 

El comerciante Jorge Collado asegura que se hace un sondeo, de mil habitantes, 950 apoyan la gestión del cura, de quien dijo quitó mucha hambre a varias personas.

Todas estas conquistas fueron logradas a través de Consejo Comunitario encabezado por el diácono de la comunidad y de mujeres que se resisten a hablar del tema. En momento que reporteros de El Caribe intentaron entrevistarlos, éstos de forma brusca cerraron las puertas del local.

Clemente Núñez, asegura que el padre aprovechó la confianza depositada en él por los padres de los niños afectados.

 “Lo que sabemos y por lo que vimos es que al parecer sedaba a los niños para poder tocarles sus partes”, expresa Núñez.

Los moradores de Juncalito advierten que por el momento no aceptarán que ningún otro cura llegue a la parroquia San Antonio de Padua a oficiar misas, sin que el caso del cura al que acudan de agresiones sexuales regrese y sea juzgado.

 

 

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