A partir del 16 de agosto tendremos un buen grupo que pasará a pisar de nuevo la tierra.
Los tendremos nuevamente visitando redacciones de los medios y buscarán la manera de congraciarse de nuevo con sus colegas. Quién sabe si otra vez tendremos las visitas amables de los que dejaron de ser lo que fueron.
O tal vez haya quienes vuelvan aunque sea de visita a Los Alcarrizos, en donde vivieron cuando su vida era como los del barrio. Muchos no necesitarán ser humildes y, menos, pobres de nuevo. Pero, quien sabe, es posible que algunos retornen a sus ancestrales amistades y relaciones bulliciosas y bullangueras para “tirar”carnitas a la “barbiquiú” en el patio como aquellos tiempos de chancletas y reuniones “panfletarias”.
Cambios y reversa
Cualquiera con dinero puede hacerse mil cirugías y transformarse el rostro, pero nunca podrá cambiarse el alma y mucho menos su propia naturaleza. Hemos tenido desmemoriados que cambiaron su esencia para convertirse en simples funcionarios y buscadores de riquezas para con ello dejar atrás sus orígenes y aquella real batalla por la vida que significó adentrarse en la militancia de los partidos que alguna vez creyeron que se podía “tomar el cielo por asalto”. Cuando ya viene el 16 de agosto volveremos a ver como mortales a muchos que se enseñorearon en los puestos que el Estado debería reservar solo para los no mediocres, y esto es así haciendo las excepciones, que siempre las habrá, porque también hay funcionarios que no enloquecieron ni se creyeron que se sacaron una loto o un premio con el carguito o cargote adquirido.
