Y seremos felices

Si nos llevamos de los discursos, el país de las maravillas dejará de ser un sueño para convertirse en realidad. Al unísono prometen el fin del crimen, un ambiente limpio, la liberación de la miseria material, y naturalmente, de la miseria espiritual

Si nos llevamos de los discursos, el país de las maravillas dejará de ser un sueño para convertirse en realidad. Al unísono prometen el fin del crimen, un ambiente limpio, la liberación de la miseria material, y naturalmente, de la miseria espiritual. Sólo falta que decreten la concentración o liquidación, que sería lo mismo, del aparataje que convierte el caos en orden, el mundo del transporte. Seríamos verdaderamente felices. Y sin prisa, pero a pasos firmes. Que con otro decreto nos liberen de las tinieblas a que nos condena el mal llamado servicio eléctrico. Es la coherencia del optimismo y buen ánimo con que el potro aquel correrá hacia el 2020.

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