La iglesia católica, atenta a las situaciones dramáticas de nuestra sociedad, al igual que otras congregaciones cristianas, ha elevado una voz de alarma por el incremento de suicidios en el país, inquietud que debe provocar reflexión y un llamado a la conciencia general. La preocupación tiene sobrados fundamentos. Estadísticas revelan que hay 360 casos registrados en los últimos tiempos. El semanario Camino, que trata con profundidad esta clase de problemáticas, dice que entre los motivos de los suicidios figuran principalmente depresión, problemas familiares, económicos y de salud, además de vacíos existenciales, agrego. Colegas periodistas no han escapado a esos males, al igual que humildes personas de trabajo, caso reciente de un mensajero que tenía 30 años de servicio en una institución del Estado. 

Alarmante la escala ascendente de suicidios en la Republica Dominicana. Pero mas alarmante es que dentro de las víctimas haya una notable cantidad de jóvenes, incluyendo menores.
En muchos casos el suicidio es una fatal determinación hija de la impotencia, la frustración, la ignorancia y la irresponsabilidad que culmina cuando alguien decide resolver una crisis, sea emocional o afectiva quitándose la vida, un infeliz acto desgraciado que no resuelve nada, al contrario, deja una estela de problemas y de tristezas entre los vivos.

Existen enfermos o enfermas, sin importar edades, cuyos trastornos mentales se acumulan y como cáncer, algún día hace metátasis y mata a los pacientes llevándolos a la infeliz determinación de acabar con sus propias vidas.

Hay que destacar que la sociedad, en la misma medida que crece de manera desbordada surjen antivalores disfrazados muchas veces de lujuriosa pretención desarrollista en medio de miserias de todas las estirpes, en el fondo de sus propios cimientos y sin parámetros aceptables de igualdad y reconocimientos de los valores que estimulan la autoestima, nacen como si fueran modas de suicidios y de asesinatos que para la mayoría no tiene explicación valedera y mucho menos justificable.

Ayuda estatal
El Estado tiene que buscar soluciones factibles a la actual ola de suicidios. Sí, el Estado que tiene y debe ser un protector de la sociedad en su conjunto.

Los psiquiatras, psicólogos, sociólogos y demás expertos en asuntos de la conducta humana,deben ser puestos en posición de acuartelamiento, como dicen los guardias, para llevar orientación y asistencia efectiva, conjuntamente con los ministerios que conforman el intrincado organigrama del Estado.

Deben llevar esperanza y acciones concretas para emular a la ciudadanía, especialmente a las juventudes y en base a la eficiencia y el trabajo en equipo, reencausar con las familias el rumbo a que nos lleva esta atropellante carrera dizque a un desarrollo que no se ve ni se siente cuando de progreso social se trata. l

El país no es solamente lucha partidista. elCaribe abordó a reputados psicólogos sobre 29 suicidios desde enero y observaron que enfermedades mentales: depresión, ansiedad u otras, estarían detrás del fenómeno.

La salud mental de los dominicanos no es tema de discusión pública; la inversión del Estado en esa esfera es prácticamente ninguna pese a nuestra estresante y conflictiva sociedad. Entre los especialistas, en tanto, existe alta preocupación por la incidencia de patología mental.

¿Eran los problemas de esos suicidas más graves que los de cualquier otro dominicano promedio? Imposible saberlo, pero queda la duda de si la diferencia entre decidir vivir o morir pasaba por un sistema de promoción y atención de salud mental del que carecemos.