Sin importar en qué pare la reunión de su Comité Central. De que mantengan el embeleco en público, o que lleven la procesión por dentro.

Por más secuestrada que tengan a la opinión pública, a través de un entramado mediático que adquiere cada vez mayores ribetes totalitarios para mantener alienados a amplios estratos de la población.

La crisis del PLD llegó a un punto de no retorno. Tendrán que llevarla a cuesta.

No porque no haya forma de recoger la leche derramada. Ni porque muchos de los resquemores son cosa del pasado. Después de todo, cuando se ha tirado al zafacón el más hundido reparo ético, a lo pasado hay mil y una formas de acomodarle el flux.

La crisis del PLD no es una crisis entre personalidades, de querellas y malquerencias entre tutumpotes morados.

Lo del PLD no tiene solución ni salida porque es una crisis del futuro, ni siquiera del presente que viene del pasado.

Esta crisis que irrumpe, es metástasis morada de podredumbres engendradas en despropósitos de los propósitos que formaron al partido, por eso es, en esencia, una crisis de identidad.

El PLD fue identificado como el partido que en términos de moralidad, ética y orden trazaría al pueblo dominicano un nuevo camino, que dejaría atrás la corrupción y la impunidad, organizaría al país, consolidaría la soberanía nacional y fomentaría la equidad, la inclusión y el desarrollo social, y fortalecería las instituciones democráticas.

Tal fue el propósito del pobre Juan Bosch que lo dejó escrito en 1982, cual mancha indeleble para los morados serios que puedan quedar: “Los dominicanos saben muy bien que si tomamos el poder no habrá un peledeísta que se haga rico con los fondos públicos; no habrá un peledeísta que abuse de su autoridad en perjuicio de un dominicano; no habrá un peledeísta que le oculte al país un hecho incorrecto o sucio o inmoral”.

Hoy el PLD de Danilo o el de Leonel, el PLD de Juan Bosch expresa, a la vista de todo el pueblo, todo lo contrario a los objetivos y elevados enunciados originales.

Y eso crea una crisis de identidad profunda, que quizás en las burbujas de confort en que se desenvuelven sus vidas los tutumpotes del PLD no lo adviertan, pero que ya amplios segmentos del pueblo los han desenmascarado.

Esa crisis de identidad y el conocimiento que tienen de ella amplios sectores del pueblo, es la madre de todas las crisis desatadas y por desatarse en el PLD.

A diferencia de lo que se posiciona en el entramado mediático, no es por la candidatura del 20 que se pelean Danilo y Leonel. Ellos saben que la fractura es demasiado profunda y que no hay forma de que puedan quedarse en el poder.

Ni con Danilo. Ni con Leonel, ni Margarita, menos con los otros.

Pelean por sobrevivir y por quedarse con los jirones de un partido que se negó a sí mismo y que por eso perdió su identidad.

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