¡Volvió Spike Lee! Sí, es el talento que vimos expresado en Malcom X, con esa característica densidad en lo conceptual al abordar personajes históricos y cuestiones políticas que enlaza bastante bien con la realidad más caustica de la actualidad. Pues bien, en tono de thriller y con bastante buen humor a la vez, adapta a la gramática cinematográfica una historia real ya tratada en libros sobre el caso de un policía afroamericano en Colorado Springs, en el estado de Colorado, que logra infiltrar junto a otro colega en el grupo local del Ku Klux Klan pudiendo descubrir actos terroristas. Ku Klux Klan (KKK) es el nombre de organizaciones estadounidenses, creadas en el siglo XIX, inmediatamente después de la Guerra de Secesión, y que promueven principalmente la supremacía de la raza blanca, y por tanto el racismo, la xenofobia y el antisemitismo, así como la homofobia, el anticatolicismo y el anticomunismo. Valiéndose de las convenciones del cine de corte histórico y con buen manejo del humor se decanta por acercarnos mediante barniz emocional. Inicia el filme apoyándose en una toma (prestada) del filme “Lo que el viento se llevó”, aquel plano-secuencia que va descubriendo un campo repleto de soldados caídos muertos o heridos y la bandera norteamericana en primer plano, raída. Continua con la trama y en su narrativa nos guarda para el final escenas de noticias actuales mostrando que los malos de su película son precedentes de Donald Trump y los neo-nazis de la Norteamérica contemporánea. Lee no deja que volemos mucho con la imaginación y se asegura que vamos a tomar su discurso sin interpretaciones antojadizas sino las que él como artista procura manifestar. De esa manera cada simbolismo está dirigido en su expresión ideológica de negro norteamericano contestarlo del stablisment que vive –un ejemplo es aquella bandera de estrellas y franjas rojas que en un efecto visual la vuelve negra entera sacando cualquier color original. Lo más interesante es que su propuesta narrativa es de una flexibilidad tonal sorprendente.
Y lo es principalmente porque durante todo el desarrollo y conclusión de la historia procura acoplar y embelesar con un cierto aire circense a las tramas en las que nos muestra el coctel de odio del KKK, y a sus representantes como payasos. Con el montaje deja para ese final las escenas reales con el objetivo de mover al rechazo de ese odio y a la indignación. Creo que está más que bien merecido ese reconocimiento en el Festival de Cannes dándole el premio del jurado al mejor filme. Es muy buen filme histórico.

HHHH Género: comedia dramática histórical. Duración: 128 minutos.

Posted in Crítica Cine, Cultura

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