Precisamente, cuando leía este domingo la parábola del trigo y la cizaña pensé en hacer la analogía con lo que ha pasado en el país con la irresponsabilidad del manejo del Covid-19.
No han valido las advertencias del ministro de Salud Pública, de prominentes médicos y de experiencias en otros países. Nosotros nos hemos dedicado a violar todas las normas de una forma tan irresponsable que estamos viendo las consecuencias.

Elecciones en marzo, con muy pocas advertencias; violación de los repetidos toques de queda para promover apetencias políticas por encima del interés nacional y luego de haber tomado la acertada decisión de no ir a Fase 3, nos fuimos a la fase de la imprudencia, la cual estamos pagando con creces.

Los contagiados suben ya por millares cada día, las clínicas están a tope y debimos esperar dos semanas, pasadas las elecciones para tomar una decisión necesaria con un verdadero toque de queda y la implementación obligatoria del uso de las mascarillas.

Pero volviendo a la parábola del trigo y la cizaña, hacemos la comparación con las buenas acciones que muchos han tomado contra aquellas que irresponsablemente nos llevan a un verdadero caos. La parábola narra cómo el hombre sembró buen trigo y de repente se encontró que el campo cultivado estaba también lleno de cizaña que alguien sembró para hacer daño: lo vivimos a diario.

Recordemos al peregrino que circuló libremente en tiempos de cuarentena ante la mirada indolente de los que debieron detenerlo desde el primer momento. La apertura para hacer campaña política sin haber tomado medidas trajo como resultado la propagación del virus. Nunca entendí por qué los beneficios de la tarjeta solidaridad se permitió cambiar solo en las grandes superficies, dejando de lado pequeños colmados que podían evitar las grandes aglomeraciones que hemos visto.

Las enormes filas sin orden del plan social, el lanzamiento de cerdos y pollos nos coloca como una sociedad donde la cizaña le gana al buen trigo.

Pero en medio de esta crisis sanitaria y económica, vemos la irresponsable actitud de un diputado, que lleva una multitud frente al Congreso para pedir la devolución del 30 % de lo acumulado en los fondos de pensión.

En uno de mis tuits condenaba la acción, la cizaña, y decía: “Sin entrar en lo pertinente o no de repartir el 30 % de las pensiones, lo cierto es que con legisladores como @PedroBotello_ es donde entendemos hasta donde llega el populismo inconsciente. Es posible que muchos de los que marchan hoy puedan morir mañana. #Covid-19”.

En esta oportunidad, para sacar la cizaña del buen trigo, voy a comentar sobre esa pretensión. Durante mi presidencia en el CONEP se discutió y se aprobó el proyecto de Seguridad Social.
Fue el esfuerzo conjunto del senador Iván Rondón y Ramón Alburquerque, presidente del Senado en ese entonces.

Luego de muchas discusiones, la oposición de la AMD, hoy Colegio Médico Dominicano, dirigida entonces y hoy por el doctor Waldo Suero, quien se opuso, como siempre hace, a todo lo que signifique avance. Copiamos el modelo de Chile, y logramos un acuerdo que fue firmado el 26 de enero del 1999 en el Senado de la República por Pepe Abreu representando al movimiento sindical y por mí, en representación del sector empresarial.

En una visita al país del expresidente chileno Patricio Aylwin, le preguntamos cómo lograron implementar el sistema en Chile, siendo tan difícil poner las partes de acuerdo y nos dijo “porque estábamos en dictadura”. Aquí lo implementamos en base a un acuerdo tripartito.

Nuestro sistema no es perfecto, pero gracias a él, muchos dominicanos pueden tener atención médica, basta con ver el excelente servicio de SENASA para sentirse orgulloso de que el sistema ha funcionado en la parte de salud.

En estos momentos de crisis económica, decir que repartiremos el 30 % de lo acumulado en las pensiones suena música para los oídos. Pero miremos a Chile, repartió el 10 % y se fue en electrodomésticos y generó una fuerte inflación.

No soy dueño de una AFP, cotizo como todos y si las intenciones de los legisladores fueran sanas, debían estar sembrando trigo y no cizaña. Lo que los empleados cobren hoy se reduciría de lo que al momento de retiro deben cobrar. En este momento de crisis se puede recibir ayudas del gobierno, acuerdos con los empleadores, pero cuando ustedes se retiren nadie los ayudará. Será una vejez penosa, que a los diputados no les importará. El amigo Botello disfrutará de una jugosa pensión que no tiene nada que ver con la de todos los demás empleados, porque el congreso, violando la ley, tiene su propio sistema de pensiones.

Yo por suerte no llegaré a ver las penurias de los que marcharon, otros podrán porque si han resistido sobrepasar tres veces el Covid, sin dudas seguirán gordos y coloraos por muchos años.

Tengamos claro que la estabilidad cambiaria de este país no es gracias a ningún gobierno, es debido a los fondos de pensión, que han logrado compensar el enorme déficit cuasifiscal que se dio en el 2003. Somos los empleadores y los empleados los verdaderos héroes de evitar el peor de los impuestos, la devaluación.

Trabajemos en recuperar empleos, en colocar sus fondos de pensión en la AFP que les dé más rendimientos, que una parte se coloque en dólares, que con sus fondos de pensión se puedan construir viviendas dignas, para realmente poder quedarse en casa.

Como la parábola, recojamos la cizaña primero. No propongo quemarla, porque eso sería quemar algunos legisladores, pero si no hacerles caso y el trigo cosecharlo en su momento.

Respetemos las normas para salir de la pandemia, no haciendo marchas, ni reuniones, ni francachelas, porque lo que realmente necesitamos es recuperar el trabajo, que otros países no sigan poniendo trabas a los viajes a nuestro país por los altos niveles de infectados. Será el turismo, la industria, el comercio, el agro y el trabajo lo que nos devuelva la esperanza, luchemos por mejorar la competitividad del país para lograr mejorar salarios, busquemos formas de que el que tenga mucho no tenga más y que quien tenga poco pueda tener más.

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