El contexto general del país está para preocuparse. Una crisis electoral originada desde el Palacio de gobierno, por creerse que “desde el poder todo se puede”. El Presidente ha utilizado, fallidamente, todos los poderes institucionales y del presupuesto nacional para reelegirse, pretendiendo perpetuarse en el gobierno.

Buscó decisiones en las altas cortes y fracasó estrepitosamente. Provocó una crisis partidaria en las elecciones primarias del partido oficial, al realizar un fraude que todo el mundo vivió o presenció, a pesar de que una buena parte de los medios de comunicación tienen cierta mordaza o autocensura.

Se quiso justificar aquella estafa en las primarias como un “pataleo” de Leonel Fernández. Pero el Palacio y la cúpula del partido oficial se llevaron una sorpresa, creyeron que Leonel terminaría entre las ruedas mellizas de la aplastante patana, tirada sobre el entonces presidente del partido gobernante.
Fueron sorprendidos cuando Leonel, acompañado de muchos dirigentes y miembros de ese partido, dió un salto sobre los muros de aquella encerrona y cayó de pie para enfrentar con gallardía y mucho valor las pretensiones de aplastar la democracia.

Se concentró en seguir demostrando el fraude en las primarias, al tiempo que propició acercamiento entre todos los partidos opositores. El mejor ejemplo fue participar juntos en las elecciones municipales del 16 de febrero. Como líder colocó su fuerza política en todas las canastas, incluso dejando seguidores dentro del partido oficial, del cual renunció.

De nuevo para febrero la cúpula partidaria gobernante pretendió falsear esas elecciones municipales, sin percatarse de que la oposición se unificó y que IFES y la OEA acompañan como garantes. Esta vez el sistema electrónico de votación no pudo ser alterado, sino que al intervenirlo fue desconfigurado, poniendo en desorden las boletas electrónicas.

Como ocurre en la historia cuando surgen líderes trascendentes, el pueblo dominicano se colocó con y detrás de Leonel; la gran diversidad de organizaciones políticas y sociales de oposición, repiten el grito de guerra “e’pa fuera que van” y “Se van..se van”.
“Leonel tenía razón“ se repite en todos los lugares. Los jóvenes abren su propio espacio; los milenials (nacidos desde 1985) y los centennials (desde 1998) reclaman democracia, transparencia y libertad.

A esta crisis electoral se le va sumando una contracción económica, por los temores a un ambiente de ingobernabilidad y al incremento de la deuda llevada a 52% del PIB. Se aprueba para el año 2020 un presupuesto de 997 mil millones de pesos (casi un billón en lengua española) para pagar gastos e intereses y utilizar sin límites e irresponsabilidad; ahí se calculó subir la tasa del dólar en 53.5, encareciendo la canasta familiar y bajando simuladamente los salarios.

Y como si fuera poco la economía que asoma crítica y una crisis política electoral, ahora anuncia la OMS que se eleva de “alto” a “muy alto” el riesgo de expansión global del coronavirus, lo cual deriva en serias amenazas, no sólo para la salud, sino para actividades económicas que como el turismo y otros renglones en el mercado mundial se afectarán.

El país está situándose en un contexto crítico; “el horno no está para galletitas”. Las crisis son oportunidades para los pueblos, y el nuestro tiene en mayo esa oportunidad de entregarle la antorcha gobernante a un hombre experimentado.

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