La República Dominicana es un país con una alta vocación de siniestralidad por fenómenos naturales. Su ubicación geográfica así lo determina.

Está localizada en la ruta de los huracanes que pasan por la región del Caribe y surgen en la clásica temporada ciclónica del 30 de junio al 30 de noviembre de cada año, pero que por los cambios climáticos el surgimiento de esos fenómenos no son ya exclusividad de ese periodo. Y como si el peligro de ciclones no fuera suficiente, el país está situado en las coordenadas de influencias de dos grandes fallas geológicas, la Septentrional (SFZ) y la Falla Norte de La Española (NHFS).

Por fenómenos naturales, el país está altamente expuesto a los dos principales mayores exponentes de siniestralidad, a lo que los aseguradores llaman catastrófico.

Resulta extraño que confrontando esas dos condiciones de alta siniestralidad, en República Dominicana haya tan poca cultura de aseguramiento.

Según informó la semana pasada el vicepresidente ejecutivo de Seguros Banreservas, Osiris Mota, más del 90 por ciento de las viviendas u hogares dominicanos carece de cobertura de seguro.

Es un panorama alarmante porque se trata de que uno de los bienes más procurados por los dominicanos, la vivienda, cuya adquisición se convierte en una meta prioritaria y que generalmente conlleva mucho sacrificio.

El seguro, en el ramo catastrófico vinculado a viviendas, es todavía una opción, no una obligación como en el caso de vehículos de motor, que aun así refleja un nivel de 40 por ciento de las unidades en circulación que, según Osiris Mota, carece de póliza de seguro.

Es un contrasentido que activos cuya adquisición representa una gran inversión económica estén luego desprotegidos. Existe una creencia generalizada de que el seguro es un gasto, no una protección a la inversión. Y como un punto adicional de preocupación es que el Estado es uno de los sectores que tiene poca vocación de ase3gurar los bienes e infraestructuras que levanta o construye. Puentes, carreteras, presas, canales y edificios públicos engrosan el listado de los no asegurados.

El ambiente es como la expresión de que se conoce el valor de lo que se tiene cuando se ha perdido. Y una negación a la máxima que plantea que los tropezones hacen levantar los pies. Es hora de ir asumiendo la cultura del seguro.

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