Finalmente, cesó el nerviosismo surgido en torno a un temido desabastecimiento de agua vinculado a un trastorno en la red de distribución.

La Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) dio ayer por corregida la avería en una tubería de 67 pulgadas del acueducto Valdesia Santo Domingo que por cinco días creó problemas, más temidos que sufridos, en el normal abastecimiento de agua en unos 80 barrios y sectores del Distrito Nacional y parte de la provincia Santo Domingo.

Por suerte, la prontitud con que la CAASD, entidad responsable del suministro de agua en la Capital y de la operaciones del acueducto cuya línea de distribución fue averiada por una grancera situada en el batey Bienvenido, en Manoguayabo, evitó trastornos mayores. El desabastecimiento de agua no llegó a escasez. La rápida solución, junto con la alegría que ella genera, debe servir de lección de prevención para el futuro. También debe ser un llamado a los entes estatales a ser más responsables al tomar medidas, como otorgamiento de permisos y licencias, autorizando proyectos con posibilidad de coincidir territorialmente con infraestructuras públicas que puedan ser afectadas, como ocurrió con la tubería del acueducto.

Lo mínimo que debe hacer un organismo estatal, que en este caso se trató del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, antes de autorizar un proyecto que requiera su permiso, es determinar si afecta una carretera, una infraestructura de Salud, Educación, una tubería eléctrica, de agua o de drenaje. O consultar con las entidades estatales vinculadas para determinar si hay en carpeta algún proyecto estatal que pueda coincidir en espacio con una iniciativa de negocio privada. La consulta debe hacerse en el entendido de que las obras oficiales siempre son de interés público y por tanto, tienen prioridad sobre cualquier iniciativa privada.

Si se hubiera seguido ese protocolo la comunidad del Gran Santo Domingo se hubiera librado de esos cinco días de incertidumbre por el servicio de agua.

Bien por la CAASD. Hizo su trabajo. Quizás no debía felicitársele por eso, pues solo cumplió su obligación. Pero como en el país hay un déficit acumulado de cumplimiento de deberes, entonces aplausos para quienes cumplen. Y ojalá que la corrección de la avería en el acueducto sirva de lección para bajar ese déficit de responsabilidad pública.

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