El buen vivir puede ser definido como forma de vida en armonía o en plenitud y que parte de una concepción de la vida deseable inspirada en la cultura de los pueblos indígena en no usar más de lo necesario para vivir.

Surge como concepto que representa la aspiración de muchos pueblos de América Latina, y ha impactado en el ámbito académico de la económica del desarrollo desde que fue consagrado en la constitución de Ecuador y Bolivia 2008 y 2009 respectivamente, y está permitiendo conformar una economía del Buen Vivir como una propuesta alternativa a los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El propósito ha sido investigar desde un punto de vista crítico dichos objetivos desde la perspectiva transmoderna del transdesarrollo, del Buen Vivir y del decrecimiento, partiendo de la base de que los objetivos del Desarrollo Sostenible son una valiosa propuesta de articulación de la agenda internacional y de la cooperación para el desarrollo hasta el 2030. Es un proyecto de cooperación desarrollado por la Universidad de Huelva (UHU) y la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Central del Ecuador.

En dicho análisis las Universidades han concluido que el desarrollo implícito en los ODS es realmente un modelo de maldesarollo insostenible, sustentado en la colonialidad patriarcal del poder, en el capitalismo y que tiene como consecuencia un apartheid y un modo de vida imperial.

Dichos resultados han sostenidos que las políticas de desarrollo han generado un maldessarollo o mal vivir en todos los países del mundo; y la permanencia de ese modelo de desarrollo incluido en los ODS tan solo va a general más maldesarrollo (colonialidad, inequidad y deterioro ambiental).

Y para enfrentar dichas crisis se sostiene que se debe desarrollar estilos sociales de vida que permitan mantener la armonía con uno mismo, con los demás seres humanos y de la naturaleza.
Se sostiene que el propio concepto de desarrollo, incluso lleva implícito el crecimiento económico como uno de los componentes esenciales, pero se ignora las advertencias de los científicos que dicen que la explotación de los recursos naturales y ambientales, en el que un mayor crecimiento económico conduce inevitablemente a un menor bienestar de los habitantes del planeta.

Y se concluye que por tanto, que si queremos incrementar el bienestar, lejos de seguir creciendo, debemos decrecer; es decir debemos trabajar, producir, consumir y acumular menos para vivir mejor.

El concepto de desarrollo no existe en la cosmovisión andina por lo que no puede ser una variante indígena del desarrollo sino un concepto alternativo.

Pues, según estos planteamientos para mantener el estilo de vida de las clases medias y altas en el mundo, resultan tan imprescindibles unos altos niveles de explotación de los recursos naturales y ambientales y la explotación de las clases bajas trabajadoras del mundo.

Pero los ODS asumen que la pobreza extrema, se puede medir en términos de ingresos monetarios. Sin embargo, existen millones de personas en el mundo que no tienen ingresos monetarios superiores a la línea de la extrema pobreza, de 1,25 dólares al día, pero que no son pobres, en la medida en que satisfacen sus necesidades humanas sin ingresos monetarios.

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