Si bien es cierto que la violencia ha existido desde tiempos inmemoriales, el proceso de evolución y toma de conciencia en nuestras sociedades ha generado esperanzas de que esta, como comportamiento, vaya reduciéndose hasta desaparecer. Sin embargo, cada vez somos testigos de actos más crueles, y lo peor es que sentimos impotencia ante esto; la ciudadanía va perdiendo la capacidad de asombro. Pareciera que lo observa como una ley natural en estos tiempos.

Nos preocupa la ausencia de legislaciones orientadas a desarrollar políticas nacionales de prevención. Es necesario reconocer el trabajo del Estado para crear conciencia sobre la violencia y la vulnerabilidad de la mujer por parte del hombre y de los abusos a niños/as y adolescentes. Es obvio que estos esfuerzos son insuficientes. A la violencia hay que llegarle antes, no después. Es necesario reconocer las señales de peligro y/o riesgo, para actuar evitando el acto violento. Para esto es necesario EDUCAR.
Como profesional de la conducta,
recomiendo:

1) Ofrecer a las parejas, en todas las circunstancias de vida, espacios donde aprendan a reconocer en el otro, por los comentarios o conductas que tienen, el riesgo de enfrentar violencia.

2) Generar confianza, de que una llamada de emergencia, será atendida en forma inmediata.

3) Conocer las situaciones de riesgo y cómo escapar antes de que se produzca la conducta violenta.

4) Incluir en el entrenamiento de los profesionales de la salud los
aspectos básicos del manejo de parejas en situaciones de violencia.

5) Integrar los programas de prevención, como una política nacional, de manera que permee todos los aspectos donde la ciudadanía tenga acceso a la educación sobre el tema.

6) Educación ciudadana, donde no solo sea el Estado quien participe, sino toda la sociedad asumiendo la responsabilidad de prevenir la violencia: en la comunicación, en las relaciones con los hijos y especialmente con la mujer.

En este sentido, seguiré el trabajo terapéutico con las parejas y familias que presentan dificultades, muchas incluyen conductas violentas, orientando y cumpliendo el objetivo de prevención, utilizando para ello conferencias, talleres de formación para padres y entrenamiento de profesionales. l}

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