Rafael Solano, referente de la ética y de la calidad musical, fue motivo de un agasajo organizado por Felucho Jiménez con el apoyo de Franklin Báez Brugal, presidente de Vitícola del Norte.
Al despedirnos, al final de la fiesta, Rafael Solano dijo a quien suscribe: “Nos vemos en la fiesta de mis cien años. No puedes faltar”. “La promesa está en pie, maestro. Si Dios quiere, aquí estaremos”, fue el compromiso.
Aunque tuvo una caída hace algunas semanas, el autor de “Diez de abril, aniversario”, estaba y está fuerte de salud, rebosante de felicidad, conversador y fotografiable.
En Solano, como en su amigo y hechura musical, Niní Cáffaro -nueve años menor que él-, la huella del paso de los años parece haberse detenido.
Familiares y amigos de Solano -que probablemente sea el último referente de la época de oro de la cultura dominicana-, le cantaron las felicidades por su 92 onomástico en el Salón Green del Hotel El Embajador.
En la fiesta una banda musical encabezada por Leo Pimentel, acompañó a varias de las voces más destacadas del panorama musical de hoy día.
Adalgisa Pantaleón, Frank Ceara, Niní Cáffaro y Clauda Sierra, fueron los encargados de mostrar una pequeñísima antología de algunas de las mejores composiciones de Solano.
A la vez que se celebró la vida del maestro cantando su clásica Por amor, no faltó su canción del 10 de abril, una de las pocas composiciones de un autor por el día de su cumpleaños.
Adalgisa, emocionada, cantó Por amor y Confusión; Frank habló en tono de broma del nuevo fármaco para rejuvenecer llamado Niní 500%, del cual supuestamente también el maestro Solano se habría beneficiado. Luego cantó con afinación envidiable En la oscuridad y Magia.
Claudia Sierra cantó El sonido de tu voz y Está bien. Y al final subió Niní Cáffaro para interpretar No tardes más. Luego llamó al homenajeado al piano con quien cantó la canción del 10 de abril para lo cual llamó a escena a los demás intérpretes.
Claudia Sierra
Sería mezquino no hacer un aparte con la reaparición de Claudia Sierra. Para los presentes fue como re-descubrir a la inmensa Claudia. No solo robusta físicamente, sino dueña de una voz inmensa, que sale de las raíces de su ser, de su identidad y de sus ancestros. Si uno fuese de verdad un influencer la bautizaría así: Claudia Sierra, La Inmensa.
Sus interpretaciones, si bien la primera comenzó dubitativamente, nerviosa -significaba un poco su regreso a la música secular- enseguida cogió confianza salió de la pupa y se convirtió otra vez en una mariposa llena de colores y con alas enormes. Dueña de una de las mejores voces del Caribe y probablemente de toda América Latina, con un amplísimo registro, un seguro sentido del rubato y un dominio del diafragma, Claudia sabe cómo decir una canción donde pone pizcas del gospel, del filing o del bossa nova, así como el sabor del bolero o la balada, de manera natural. Quienes le metieron en la cabeza de solo hacer música cristiana, cometen un grave pecado. Dios le dio una gran voz para defender la buena música.
Algunas personalidades que asistieron
Solano fue acompañado de su esposa Amarilys Pichardo y de sus hijas AnaCecilia y Patricia Solano, acompañada de su pareja Juan Miguel Pérez. El salón estaba repleto de amigos de Solano, cantautores como José Antonio Rodríguez y su esposa la bailarina Mónica Despradel; el músico, productor y director Jochy Sánchez, que vino desde Santiago con su esposa Eloine Cabrera. Freddy Ginebra, Fernando Casado, Taty y César Olmos, Luisa Rivera, hija de Casandra Damirón y su esposo Ricky Novoa; Pedro Delgado Malagón, entre muchos otros.