Durante la década del treinta del siglo XX, el gobernante Rafael Leónidas Trujillo Molina propició la llegada de europeos, fundamentalmente de españoles, a la República Dominicana. Según Rafael Brea López y Rita María Pérez: “El gobierno de Trujillo veía con buenos ojos la inmigración europea, pues predominaba en las altas instancias del poder la preferencia por lo hispánico y por favorecer la inmigración caucásica” (2010, p. 120).
Por eso, europeos de diferentes oficios llegaron a partir de 1939 al país, huyendo de la situación de la Guerra Civil Española (1937-1939) y de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), entre ellos “más de treinta artistas foráneos” (Brea y Pérez, 2010, p. 123).
Entre las obras de los creadores recién llegados y el medio en que se insertaron se produjo un intercambio cultural, una mutua influencia. Los europeos aportaron modernidad a través de sus estilos cubista, expresionista o surrealista e indujeron a la renovación del arte. Sin embargo, el ambiente dominicano les aportó un colorido más cálido, un manejo de la luz diferente, reflejo del ambiente caribeño en que vivieron.
Entre los artistas españoles que llegaron a la República Dominicana en el período 1939 a 1945 estuvieron: Eugenio Fernández Granell (1912-2001), Manolo Pascual (1904-1983), José Vela Zanetti (1913-1999), José Gausachs (1889-1959) y Antonio Prats Ventós (1925-1999)
Fernández Granell fue violinista de la Orquesta Sinfónica Nacional, escritor, dibujante y pintor. Amigo de André Bretón, de Manolo Pascual, de José Gausachs, su obra de carácter autodidacta estuvo dotada de una enorme fuerza expresiva. Su pintura surrealista tuvo influencia de Giorgio de Chirico y de Pablo Picasso. Hizo la primera exposición surrealista en 1943 en República Dominicana. Publicó poemas y artículos en la revista del grupo literario dominicano La poesía sorprendida que surgió en octubre de 1943, para la que también diseñó varias viñetas.
Manolo Pascual fue un pintor, dibujante, escultor, ceramista y orfebre. Fue el primer director de la Escuela Nacional de Bellas Artes, fundada el 19 de agosto de 1942. Representó mulatas e indios en sus dibujos y pinturas. “Trató con frecuencia el tema dominicano y en especial se ocupó de representar lo mulato” (Brea y Pérez, 2010, p. 133)
Utilizó en sus esculturas materiales diversos como el mármol, el bronce, la madera de caoba, el hierro y el plástico. En 1951 se marchó de la República Dominicana por un contrato de la Escuela de Investigaciones Sociales de Nueva York.
José Vela Zanetti estudió en Madrid con José Ramón Zaragoza y obtuvo una beca de estudios a Italia. Llegó a Santo Domingo a los veintiséis años y acá completó su formación. Realizó pinturas en óleo sobre tela, cartón y madera y excelentes murales, trabajando diversos temas diversos. Entre sus murales destacan La historia de la Fundación de la ciudad de Santo Domingo (1945) para el Antiguo Consejo Administrativo del Distrito de Santo Domingo en el Palacio de Justicia, La Historia de la Medicina (1945) en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y los veintidós murales de la Iglesia de San Cristóbal, dedicados a representar la vida de Jesús (1948)
Su arte muestra reminiscencias renacentistas, logrando un perfecto equilibrio entre la línea y el color. Los “personajes indígenas, criollos y dominicanos que aparecen en los murales se presentan en ocasiones avergonzados, cabizbajos y en actitud de rebeldía, por lo que se puede interpretar que aprovechaba la ocasión para expresar de manera sutil su inconformidad con el régimen de oprobio del Generalísimo Trujillo.” (Brea y Pérez, 2010, p. 208). Ganó la beca Guggenheim y se marchó a Nueva York en 1951.
José Gausachs nació en Barcelona. Luego de su llegada a nuestro país en 1940, trabajó en sus pinturas elementos que expresaban la identidad dominicana, “identidad que manifiesta al explorar la realidad con una mirada entusiasmada y recreadora, asociándose con el arte dominicano de manera arquetípica, influyente e indisoluble” (De los Santos, 2003, p. 139).
Había iniciado su formación en su ciudad natal y viajó a París a los veintidós años, residiendo en Montparnasse. Allí conoció a Tristán Tzara, Modigliani, Picasso, Braque, Juan Gris, Albert Marquet, entre otros tantos genios de las Vanguardias del siglo XX.
Por las guerras en Europa vino a la República Dominicana y aquí permaneció casi ininterrumpidamente hasta 1959. A partir de 1942, formó parte del primer claustro profesoral de la Escuela Nacional de Bellas Artes. En 1946 fue nombrado subdirector de esa institución e influyó artísticamente en numerosos discípulos como Clara Ledesma y Gilberto Hernández Ortega con quienes fundó, junto a Jaime Colson, el grupo “Los Cuatro” (1954).
Trabajó el tema de la negritud. Evolucionó hacia un arte de Vanguardias, siendo evidente su fascinación por lo dominicano, por su sistema de creencias, por sus tipos sociales y raciales, sin caer nunca en lo exótico y lo folclórico.
Antonio Prats Ventós, de origen catalán, llegó adolescente el 11 de enero de 1940 y se asentó en Azua con su familia. Posteriormente se trasladó a Santo Domingo y asistió a los talleres impartidos en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Se convirtió en profesor de esta institución entre 1950 y 1958 y de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) entre 1967 y 1978.
En sus esculturas utilizó materiales muy diversos como la madera, el ónix, el granito, el mármol, el travertino y materiales reciclados. En sus pinturas se observa un uso abundante del color, aunque las figuras permanecen envueltas en líneas definidas y elegantes. En su arte se aprecia la interpretación de lo dominicano a través de sus representaciones de personajes mulatos y negros en las que resaltan las vestimentas de sus personajes que evocan textiles de origen africano.
En términos generales, estos artistas de origen español contribuyeron a renovar las artes plásticas dominicanas, tanto desde el punto de vista temático y estilístico, sumándose a la labor iniciada por los dominicanos Celeste Woss y Gil, Jaime Colson y Darío Suro, fomentando con su arte y enseñanzas la exploración en temas identitarios que respondieran a las preguntas universales: “¿Quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos?”
Referencias:
Brea, R. y Pérez, R (2010). Los artistas exiliados en la República Dominicana y su influencia. Perspectivas Humanísticas. 1 (1). 119-133.
De los Santos, D. (2003). Memoria de la Pintura Dominicana. Impulso y desarrollo moderno.1920-1950. Colección Centenario. Grupo León Jimenes.
Centro estudios caribeños. PUCMM.