La otra Penélope

Cuando un filme vagabundea una narrativa mostrada claramente en una obra literaria, sin riesgo de errar porque trata un tema conocido y bien tratado, eso genera preocupación por la muestra de dudosa eficacia de raciocinio del cineasta en cuestión.

Cuando un filme vagabundea una narrativa mostrada claramente en una obra literaria, sin riesgo de errar porque trata un tema conocido y bien tratado, eso genera preocupación por la muestra de dudosa eficacia de raciocinio del cineasta en cuestión. Traducir una obra literaria al cine requiere de igual talento refinado y cultivado por un autor del que se parte para escribir un guión. Es poner en comunicación dos intelectos, donde la astucia del adaptador debe estar potenciada por alta formación intelectual y, en este caso, de gran entendimiento sobre la historia reciente dominicana. Toda traducción implica entropía. En la transposición no necesariamente hay el mismo sentir o significado o descripción. La interpretación necesita ser raciocinada, no puede ni debe dejarse al instinto o inspiración y a la subjetividad. ¿El filme se identifica con la obra literaria en su esencia o en parte? El director dice que tomó una fracción de la novela. Eso es valedero. Confirma que es una especie de ‘spin-off’. La trama va en torno a un solo personaje y, en este caso, de trastorno por estrés postraumático: “Un excombatiente de la guerra civil dominicana de 1965 está involucrado en una relación sentimental que lo obligará a enfrentar a los demonios de los que está tratando de huir”. Es así como espolvorea la Penélope simbolizada en la novela de Andrés L. Mateo (opuesta a la mitológica). Se aleja del pánico que vive un excombatiente con episodios de paranoia extrema. La novela tiene el sentido del que el filme carece, por ejemplo la Alba Besonia de la novela se reduce a una figura silábica en el filme donde Feliz Marcel es acento (quien contrario a la novela enfrenta al villano en una escena con desenlace estilo western). Retrata de modo convencional, al tiempo que exalta un tono marcadamente emocional y maniqueo que arroja poca luz sobre el período en cuestión. Para quien vivió esa guerra -y el año en que se desarrolla el filme, 1968- leer la novela genera una experiencia punzante sobre el dolor, la culpa y la imposible redención, y nos recuerda a camaradas asesinados o que se suicidaron. Al variar el leitmotiv original boitotea ese sentir, reduce su significado histórico y enflaquece cualquier valoración estética más allá de las buenas intenciones. ¿Genera empatía? Véala y juzgue tal amateurismo (sobre todo en el uso del deus ex machina). Con tal artificialismo, de nada vale rotular el filme por lo que no es.

HH Género: drama psicológico cine dominicano.

Posted in Crítica Cine

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