Mediante un rito para implorar la bendición de Dios sobre la obra, el 25 de marzo de 1521, el obispo Alessandro Geraldini, con vestidura sagrada, mitra y báculo, bendijo y colocó la primera piedra de la Catedral de Santo Domingo, iniciando así su construcción. Veinte años más tarde, el 31 de agosto de 1541, el obispo Alonso de Fuenmayor, también con vestiduras sagradas, consagró la catedral mediante el Rito de la Dedicación de iglesias y altares, uno de los rituales más solemnes y expresivos de la liturgia cristiana, donde primero se bendice el exterior y luego las cruces de consagración colocadas en los muros y las columnas en el interior de la catedral, que indican que ya fue consagrada. Dentro de la Catedral Primada se pueden observar ocho cruces de consagración talladas en la piedra y pintadas de rojo.

En 1541 la catedral solo contaba con una espadaña sobre el lado sur del ábside, a la cual se accedía por una escalera de caracol de ojo abierto que daba acceso a la cubierta, ya que la construcción de la torre no había sido iniciada. Para esa época, casi siempre se construía una sola torre para las campanas que se colocaba en la fachada, casi siempre del lado sur y si no se disponía de espacio se construía en la parte de atrás. Su construcción iba de acuerdo con los cánones y tratados de arquitectura que circulaban en los talleres catedralicios españoles, en los cuales las proporciones estaban basadas en la antropometría.

Es probable que el obispo Rodrigo de Bastidas, deán y mecenas de la Catedral, deseara que la catedral de Santo Domingo tuviera una torre de campanario importante y grande, con una doble función. Primero, convertirla en un símbolo de la ciudad, que impresionara a todos y segundo para que el sonido de las campanas llegara a los puntos más alejados de la ciudad y poder convocar a los fieles. Pero Bastidas tuvo que marchar a Puerto Rico en 1542 para hacerse cargo del obispado donde recién lo habían nombrado, aunque continuó siendo el deán de la catedral de Santo Domingo.

Bastidas regresó a Santo Domingo en 1544 durante la ausencia del obispo Fuenmayor y tal vez en ese momento encargó la traza para la torre del campanario que se comienza a construir separada de la fachada de la catedral. A partir de 1546 comenzaron una serie de quejas y reclamos sobre la construcción de la torre en la catedral, considerándola un peligro para la seguridad de la ciudad. En 1547, tras orden del príncipe y por razones militares, se interrumpió la construcción de la torre, puesto que la altura proyectada amenazaba a la vecina Torre del Homenaje poniendo en desventaja la defensa de la Fortaleza. Es probable que esta decisión molestara a Bastidas quien regresó a Puerto Rico en 1548.

Las quejas continuaron por ambas partes y en 1549, el rey solicitó al Cabildo de Santo Domingo un informe «…del daño y perjuicio que se puede seguir si se acabase» la torre, que en ese momento tenía «estado y medio de alto, [6 codos o 3 varas castellanas o 2.50 metros] lleva principios y fundamentos de ser cosa muy fuerte». El cabildo se quejó de que «habrá desde esta torre a la Fortaleza un buen tiro de ballesta; parece que recogiéndose en ella delincuentes, sería impedimento para la ejecución de la justicia». Incluso se solicitó la traza para determinar si «el ancho y alto y grueso y la medida por varas, y si es perjuicio para la Fortaleza». Ese mismo año regresó a Santo Domingo el obispo Fuenmayor para tratar de intervenir en el asunto. Mientras se tomaba una decisión la obra continúa y al poco tiempo ya tenía 16 codos o 8 varas castellanas (6.68m) de altura cuando finalmente se detiene la obra. Todavía en 1585 se solicitó dinero «para poder acabar de hacer Torre».

De acuerdo con tratadistas de la época, la base de la torre debía ser cuadrada, con muros anchos, dándole al cimiento un espesor del orden de 1/10 de la altura del muro y el ancho de 1//4 si se construye con cimiento lineal o de arriostramiento. También indican que se debe cuidar al máximo la horizontalidad de las hiladas de sillares, así como el refuerzo de los ángulos. Los muros pueden ser construidos con dos hojas de piedra y material de relleno en el interior.

En la actualidad puede apreciarse la planta cuadrada original de la torre, la cual fue posteriormente adosada forzadamente a la catedral. La torre original del campanario tiene unos 51 x 51 pies castellanos, o lo que es lo mismo 17 x 17 varas castellanas (14.30m x 14.30m). Los muros que conforman la torre tienen un espesor que varían desde 2.00m a 3.00m y están construidos con sillares de piedra, con dos hojas de piedra y material de relleno en el interior. Nunca llegó a concluirse, quedando solo la base, donde luego, a mediados del siglo XVII se construyó un pequeño campanario de ladrillos donde se colocaron cinco campanas. La gran base que conforma la torre del campanario ha sido siempre tema de discusión.

El arzobispo Nouel quiso concluir el campanario y en 1908 solicitó dos diseños para presentarlo a la junta de fábrica, escogiéndose el realizado por el ingeniero Osvaldo Báez. Sin embargo, un grupo de intelectuales dominicanos se opusieron a dicha obra, incluyendo a Pedro Henríquez Ureña, quien escribió desde México lo siguiente:

¡Respetad lo antiguo! Conservadlo; hacerlo vivir contra la invasión destructora de la vejez; hacedlo vivir con vida propia: para ello, debéis ser sabios, en modo tal que cada toque vuestro sea tímidamente fiel a la inviolada armonía del conjunto. No la modernicéis, queriendo colocar “¡bárbara labor!” sobre la tragedia de los siglos la máscara irrisoria de una edad sin arte o sin fe; no la adicionéis, pretendiendo completar la obra en que la edad pretérita dejó caer la mano cansada, como el héroe de Manzoni. ¡Sabed amar lo incompleto […] ¡Amad la Catedral sin torre! ¡Sabed amar la Catedral de Santo Domingo!

Hoy podemos apreciar la belleza de la Catedral a través de sus elegantes y sutiles formas, de estudiada proporción y armonía, aun con la torre inconclusa.
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Este artículo forma para de las investigaciones realizas en el proyecto “Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”, dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC, España y financiado por la Unión Europea, Horizonte 2020, código Nº 823846.

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