Cuando el mundo conoció el mensaje de Kim Jong-Un, líder de Norcorea, aquel 1 de enero de 2017, en el cual advertía a su vitalicio rival- Estados Unidos- de que su nación se convertía en una potencia nuclear, el mundo empezó a conocer la historieta de la existencia del famoso Botón Rojo. Jong-Un había afirmado que «en mi escritorio siempre hay un botón nuclear». Teniendo Estados Unidos, a la sazón, el atípico y folclórico presidente Donald Trump, la respuesta no se hizo esperar, con el ingrediente de recurrir a la informalidad de su cuenta de Twitter afirmando: ¡Y mi botón funciona!». Lo curioso es que ambos presidentes se refirieran a la posibilidad de un apocalipsis atómico con una imagen que forma parte del imaginario colectivo, pero que es totalmente falsa. No, no existe ningún «botón nuclear».

El lunes , 9 de agosto de 2021, se amaneció con el botón de pánico encendido, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Don Antonio Guterres emite el Código Rojo, la voz de alarma, ante el avance del cambio climático. En este aspecto y muchos con fines parecidos, sí que hay un Código Rojo. Para el secretario general de la ONU, lo que se está observando en estos días es una consecuencia directa de lo que ha pasado en la era de la industrialización y la sociedad de consumo.

La acción humana es la causa principal de las alteraciones en los ciclos de la naturaleza: inundaciones, sequías, riadas, deshielos, desertificaciones, oleadas de calor insospechadas , incendios que han puesto de rodillas a naciones como Grecia, Turquía y estados como California. Millones de peces muertos y daños que dejan un pasivo ambiental de dimensiones insospechadas. Para prever y analizar situaciones como estas, se recurrió a alianzas y mancomunidades internacionales como la ONU que fue creada en 1945, tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, luego de la reunión de San Francisco, California. Esta entidad transnacional procuraba fortalecer la paz, el respeto a los derechos humanaos, la educación y la salud, así como dar asistencia a los millones de refugiados, mutilados y agredidos que declararon secuela de las acciones bélicas que tensaron a la humanidad entre los años 1939-1945.

En el período de la Guerra Fría, las tensiones diplomáticas convirtieron a este organismo en presa de las manipulaciones de los países con poder de veto y quienes integran el Consejo de Seguridad. La ONU no ha podido imponer resoluciones que contribuyan a subsanar algún problema global, a preservar la biodiversidad y el equilibrio de los factores de la naturaleza. Las resoluciones de la ONU son atisbos de intenciones con escaso compromiso vinculante de parte de los países miembros.

Los factores que alteran la biodiversidad son de origen humano, la naturaleza hace sus propias transiciones, siempre es resiliente, pero los factores externos a sus propios ciclos han provocado debacles que ya han llegado a niveles insospechados. Es de conocimiento universal el hecho de que revolución industrial, en sus diferentes fases ha impactado los procesos naturales, cadenas alimentarias, proceso de reproducción, cadenas de suministros yafines en sus usos de combustibles fósiles.

La primera fase de la Revolución se especializó en la generación de vapor a partir del carbón, la madera y otros insumos naturales. El barco de vapor y la locomotora distinguen las etapas de la revolución industrial de gastos de recursos naturales con más ahínco y sin previsiones, la humanidad no había desarrollado una conciencia sobre su conservación.

La segunda fase de la Revolución Industrial, dominada por el motor de explosión, se especializaría en el uso de combustibles derivados de la explotación minera del petróleo, así el gasoil, la gasolina, el gas licuado de petróleo, el Fuel Oíl y demás derivados, recurriendo a la ciencia aplicada, ha procurado mejorar la calidad de vida de la gente, pero también ha dejado unos pasivos, en todos los órdenes , que solo dejan la alternativa de activar el Botón Rojo de la conciencia ciudadana para poder tomar decisiones ahora y evitar que las secuelas puedan provocar efectos que amenacen y borren para siempre el hábitat natural.

En la década de los ochenta del siglo pasado se articularon categorías como desarrollo sostenible, uso racional de la naturaleza, la educación ambiental y el desarrollo de disciplinas ambientales para persuadir, sensibilizar y concienciar a los niños y los ciudadanos sobre la necesidad urgente de desarrollar una actitud de preservación de la naturaleza, las generaciones posteriores no lo entendieron y tenemos ciudadanos Millenials con la más mínima actitud hacia la defensa de la Casa Común.

Hay ambientalistas radicales que entienden el desarrollo sostenible como una estrategia neoliberal para continuar explotando la naturaleza y sus recursos. El Código Rojo de alerta a la humanidad, procura dar la alarma, encender el botón del pánico acerca de las catástrofes naturales que están ocurriendo y acechan a la humanidad.

En el año 2000, se emitieron los denominados Objetivos del Milenio, donde se planteaba superar fallas humanas relacionadas con la salud, educación, pobreza, agua potable y otros males que pueden ser corregidos con la acción consciente de los mismos humanos. La meta era corregir o mitigar estos problemas hacia el 2015, acción que, según Joseph Stiglitz, se ha ido profundizando en el mundo y hoy la desigualdad y la pobreza, las inequidades y asimetrías han sido mayores. Las riquezas globales están en manos de una pequeña élite que lo controla todo en nombre de la libertad de mercado. Hay un 1% de personas que poseen más riquezas que un 90% de la población mundial.

Para los años 2015-2030 se han establecido como meta la meta los acordados Objetivos del Desarrollo Sostenibles, donde se plantea que hay factores económicos, socio políticos y ambientales que deben ser focalizados para encarar la problemática medio ambiental. Esto va más allá de una simple declaración de ver la educación ambiental como tema transversal, el Código Rojo de las Naciones Unidas expuesto por Antonio Guterres se expone después de observar más de catorce mil artículos publicados por expertos en cambio climático y asesores de la ONU, ponen la voz de alerta, enfatizan el peso de la actividad humana en la ruptura del equilibrio de la naturaleza.

Es necesario asumir el compromiso ahora. Las luchas por detener los efectos del cambio climático son ineludibles. Es necesario cambiar nuestros estilos de vida, moderar los usos y costumbres y asumir el costo. La tierra es la casa común y necesita el compromiso de todos por una vida sostenible, racional y viable. El Código Rojo es una advertencia necesaria. La ONU como organismo internacional debe asumir un protagonismo más allá de la simple vinculación y que contribuya a atribuir responsabilidades a países y ciudadanos en la detención del cambio climático. Un Tweet , o una amenaza de otro tipo de viso apocalíptico no son soluciones. La decisión es de conciencia ciudadana y ahora.
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Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World. “This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC”.

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