Este tipo de maltrato va desde ataques verbales hasta la ridiculización, para confundir y poner en duda la capacidad mental de la víctima

Tratar a la víctima como subordinada o inferior, reírse de ella, adoptar decisiones relevantes sin consultarle su opinión o contar con su aprobación, aunque se vea directamente afectada por la acción decisoria, son algunas de las formas en que se presenta el abuso o maltrato psicológico.

Para la psicóloga y terapeuta de parejas, Nathalie Bello Estrella, es el tipo de violencia más común y más asumida como “normal”. Es apenas perceptible y difícil de ser reconocida por la víctima, aunque inmensamente lesiva y muy superior al de la violencia física.

Sin importar la edad, el sexo y el entorno (el trabajo, la escuela o el hogar) una persona puede ser víctima del maltrato psicológico. Además de frases como “no sirves para nada”, “eres una tonta”, “cállate, a nadie le interesa lo que vayas a decir”, el abuso psicológico va acompañado de actitudes, gestos y miradas que ridiculizan o intimidan a la víctima.

Esta actitud de violencia es sutil, pero constante, lo que atenta con la destrucción de la autoestima de su víctima, dice Bello Estrella. “La culpabilización, la intimidación, desvalorización y humillación, son los protagonistas de la inestabilidad emocional. Es un fino trabajo de distorsión de la realidad, donde la persona llega a creer que es merecedora de todo lo que atenta contra ella”, sostiene.

Según la especialista, maltratar psicológicamente a alguien, es una manera que el abusador emplea para ejercer poder sobre su víctima y sentirse mejor consigo mismo. Toda situación de maltrato psíquico, mínimamente intensa o prolongada, provoca como efecto lógico y consecuente una serie de daños psíquicos y/o físicos de diferentes niveles de gravedad, donde la persona sana se halla incapacitada para defenderse sin resultar notable o substancialmente afectada, indica.

De acuerdo a Bello Estrella, puede darse durante largos períodos de tiempo, en algunos casos sin que el abusado reconozca, en principio, que es víctima; mientras que en muchas otras ocasiones, cuando da cuenta de lo que está pasando, no actúa, ya sea porque de quien recibe el maltrato es por parte de un conocido o se siente amenazado. “Puede temer más al rechazo total que al abuso que sufre. Este tipo de maltrato puede incluso convertirse en su forma de vida”, resalta la psicóloga.

Además, destaca que “cuando nos llega a la consulta un niño, adolescente, adulto o una pareja que se culpabiliza, o cuestiona su propio comportamiento frente a alguien en particular, de inmediato debemos alertarnos y cuestionarnos si estamos ante la presencia de una víctima de maltrato”, dice la especialista.

Efectos

Según varios estudios, los abusadores, a menudo sufren de una ansiedad inmanejable, por lo que buscan una persona vulnerable que pueda compensar esa deficiencia. Bello Estrella manifiesta que éste ridiculiza a su víctima en público, coarta sus creencias e ideales, la controla, la restringe y la manipula. Mientras que la víctima calla por miedo a la reacción, siente temor a contradecir, no toma decisiones inherentes a su persona y, en el caso de pareja , accede a tener relaciones sexuales sin quererlo. Asimismo, evita hablar u opinar frente a esa persona.

“Se convierte en una persona insegura, con baja autoestima, con sentimientos de fracaso y ambivalente, temerosa y agresiva a la vez, se aísla, y a partir de ese cambio en su personalidad florecen un sin número de consecuencias:

Quien está sometido a este maltrato puede padecer estrés crónico, ansiedad, somatización de enfermedades, trastornos del sueño, trastornos alimenticios (anorexia, bulimia), cefaleas, depresión, apatía, tristeza, bajo rendimiento laboral y/o escolar, consumo de psicofármacos, abusa del alcohol u otra sustancia, sufre trastornos del deseo sexual, comportamientos antisociales, entre otros. En ese mismo sentido, las víctimas sufren durante años de los llamados síndromes postraumáticos, pesadillas y disturbios del sueño y ataques de pánico.

“Nuestro papel como terapeutas en estos casos es brindar todo el apoyo a la víctima, enseñarla a reconocer el círculo de la violencia, empoderarla para tomar las acciones pertinentes, trabajar su inteligencia emocional, su autoestima, darle herramientas para terminar con esa relación abusiva, cursos de crecimiento, desarrollo y superación, ayudarla a desarrollar habilidades sociales que le permitan establecer relaciones saludables en un futuro”, detalla la especialista.

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