En algunos casos, los adolescentes han presentado depresión como consecuencia del confinamiento

Luego de acudir a una charla de padres en la que se hablaba de los adolescentes, que comprenden la edad entre los 13 a 17 años, noté la preocupación general que experimenta la mayoría con relación a los cambios que veían en sus hijos luego de la pandemia y respecto a los peligros por la sobreexposición a internet.

Algunos comentaron que habían acudido a citas espirituales y que hablaron con otros padres y maestros de los colegios, pero no habían encontrado la respuesta adecuada para la oleada de casos.

Esto me llevó a interrogar a Delsa Avilés de Cambiaso, psicóloga con Máster en Intervención en Ansiedad y Estrés, quien inició su comentario indicando que la adolescencia es una etapa que se caracteriza por cambios físicos y emocionales donde la interacción social es uno de los aspectos fundamentales en el desarrollo de las conductas; recordando que hoy día el incremento de las situaciones emocionales en adolescentes se debe primero al confinamiento.

“Tenemos jóvenes que no pueden asistir a sus actividades…Por otro lado, la sobreexposición a lo virtual por temas de la educación y porque es la única forma de entretención provocan aislamiento social, lo que se traduce en jóvenes ansiosos, preocupados, etc”, dice.

La psicóloga explica que por más que no nos guste o cause pesar, se deben limitar las horas de exposición. “Otra opción es planear actividades al aire libre para toda la familia. Ir al campo, a la playa, la piscina, la zona colonial; en fin, sacarlos de la casa a lugares controlados con su debido distanciamiento social los ayudará a cambiar de ambiente y despejarse”, informó.

Como explica la experta, todos los cambios, desde los más grandes hasta los más pequeños, son sinónimo de aumento en los niveles de estrés. Se debe identificar si los jóvenes están un poco ansiosos o tristes por la pandemia o si hay que buscar ayuda.

Los síntomas a tomar en cuenta son: pérdida o exceso de apetito, apatía, llantos continuos o incontrolables, tristeza, baja autoestima, pesimismo, problemas de sueño, bajo rendimiento académico, rabietas, agresiones y aislamiento social.

Como primer paso se recomienda a los padres identificar lo que está pasando con sus hijos, escucharlos sin juzgarlos, preguntarles qué les pasa y conversar, hacerles ver que son una fuente de apoyo y no de juicio por cómo ellos se están sintiendo.

“Debemos entender que los psicólogos y los psiquiatras trabajamos en conjunto, mientras el psiquiatra tiene la capacidad de indicar la medicación, paralelamente el psicólogo está trabajando con las conductas y pensamientos que originaron ese desbalance químico que se produce tanto en la depresión como en la ansiedad. Es sumamente necesario entender la importancia del trabajo de ambos, si se utiliza medicación debe haber terapia psicológica, sino solo estaremos poniéndole un parche a una herida sin sanar”, indicó Avilés de Cambiaso.

Aunque con los jóvenes es difícil el manejo de la información que ven, reciben o envían, se pueden poner límites de tiempo y programas en la computadora como controles parentales para que no puedan acceder a información fuera de su edad. La recomendación es entender que la base del manejo de todo este proceso es la comunicación con los hijos.

Según la especialista, el gran reto de los padres no es ahora, será en el futuro cuando todo esté abierto y estos jóvenes no quieran socializar o compartir si no es con un aparato delante, etc.
“El control emocional es un proceso de aprendizaje que la maduración va proporcionando, pero se pueden adoptar medidas de manejo adecuado de éstas a través de libros, asistencia psicológica, entre otras opciones”, puntualizó Avilés de Cambiaso.

El ejercicio, la comida saludable, el compartir en familia y el tener pasatiempos, ayudan a procesar mejor toda esta pandemia.

Asimimo: “El llevarlos a un psicólogo no quiere decir que hemos fallado como padre o madre, a veces nuestros hijos son más vulnerables y necesitan una ayuda profesional que los oriente”, concluyó Áviles de Cambiaso.

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