Cuanto se busca dilucidar la verdad a la hora de juzgar el proceder de las personas y las instituciones, el rasero que pone fin a todas las discusiones es la objetividad de los hechos, los frutos tangibles, reales, como enseña la biblia.
No se discute, por ejemplo, que concentrado en su vana pretensión de quedarse en el poder, el gobierno del PLD abandonó el grueso de sus responsabilidades, con un Presidente de la República proclamado jefe de campaña desafiando que él en persona ganaría las elecciones presidenciales de julio 5.

El gobierno fue desbordado por el Coronavirus, no previó salvar el nuevo año escolar, dejó la economía a la deriva y acrecentó a niveles extremos el déficit institucional que trajo el colapso del sistema electoral en el certamen municipal de febrero, la descomposición del sistema judicial, persistencia de la corrupción y la impunidad, incitando la violencia y la delincuencia.

Ese cuadro acarreó un grave estado de descomposición social, provocando un ambiente de sálvese quien pueda y de pérdida de valores que marcó acentuados niveles de ingobernabilidad social, mientras la autoestima del criollo caía cuesta abajo en su rodada,
En ese cuadro de abandono y pérdida de confianza en las autoridades peledeístas, llega al poder Luis Abinader.

Empieza por encabezar el Ministerio Público con funcionarias de la trayectoria de Miriam Germán y Yeni Berenice Reynoso, encargando a Milagros Ortiz Bosch, Luis Delgado, a Carlos Pimentel y a Darío Castillo de controlar y sanear la corroída administración pública.

Esas primeras designaciones fueron completadas con un gobierno de funcionarios calificados y de impecable trayectoria de integridad y servicio social.

Presidiendo una gestión gubernamental transparente, concertando acuerdos a la vista de todos, impulsando la elección de una JCE apartidista y una Cámara de Cuentas que restablezca el control de los fondos públicos, Abinader pone cada día sobrados ejemplos del gobierno de cambio que prometió al pueblo.

Entre esos cambios están controlar el Coronavirus en índices tan vitales como la letalidad, afiliar 2 millones de personas al SENASA, abastecer de medicamentos y materiales a todo el sistema de Salud, pagar grandes deudas por compras de emergencia del gobierno anterior, contratar personal para atacar las deficiencias y emergencias sanitarias.

Para reactivar la economía y los empleos el Presidente ha lanzado una recia ofensiva que incluye relanzar las zonas francas, iniciativas de concertación público-privadas, contratos para la exploración y explotación de hidrocarburos en áreas de la costa de San Pedro de Macorís y el litoral Sur, construcción del Puerto de Manzanillo y vías de comunicaciones en diferentes zonas, financiamiento de 5 mil millones de pesos al sector agropecuario a tasa cero y medidas para favorecer a las micro, pequeñas y medianas empresa.

Todo, mientras lanza una movilización nacional para salvar el año escolar, se dan nuevos impulsos a la educación superior y la tecnología, entre otras realizaciones.

El éxito de Luis es el avance de todos, acompañémoslo.

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