El pasado sábado se cumplieron 56 años de la llamada Revolución de Abril, del 1965. Diferentes grupos conspiraban contra el Triunvirato, presidido por Donald Reid Cabral. Con objetivos distintos, al menos dos de esos grupos coincidentes, precipitaron los acontecimientos que se sucedieron en esa fecha. A medida que nos alejamos en el tiempo y que las pasiones permiten ver el panorama de entonces con la objetividad necesaria, a la vez que se conoce la participación de muchos elementos que ocurrieron al mismo tiempo, se construye una historia de la cual miles de personas tienen un fragmento personal y latente. Otros, muchos, se han llevado a la tumba sus vivencias. Las raíces de este movimiento que tenía como objetivo la restauración de la Constitución del 1963 y la colocación en el poder de Juan Bosch, derrocado casi dos años antes, hay que buscarlas a partir de la decapitación de la dictadura, la lenta transición hacia un estado de derecho, la monstruosa corrupción reinante y la frustración del primer experimento democrático con el gobierno de 7 meses de Bosch. Se estima que a finales del 1964 había al menos 3 movimientos, quizás más, comprometidos en maquinaciones para derrocar el gobierno. El primer grupo tenía como objetivo el antes descrito y liderado por el coronel Fernández Domínguez, enviado al exterior para aislarlo de su gente y al que sucedió el coronel Hernando Ramírez; el segundo era de oficiales y clases, jóvenes dirigidos por el capitán Peña Taveras; el tercer grupo, llamado de San Cristóbal era dirigido por el coronel Nivar Seijas y su objetivo era traer a Joaquín Balaguer, exiliado en Nueva York. Era tal el ambiente contra el Triunvirato que, ante el reclamo de lealtad del gobierno, nadie acudió en su ayuda y hasta los generales de San Isidro estaban dispuestos al derrocamiento y llegar a arreglos con los conspiradores. El golpe se materializa el 24 de abril, tras el apresamiento del general Rivera Cuesta, quien antes había hecho prisioneros a 6 de los oficiales que luego serían líderes del movimiento. Peña Gómez anuncia la consumación del golpe, en el programa radial del PRD, Tribuna Democrática a la 1:45 de la tarde, lo que sorprende al propio gobierno, a militares y a la población. El día 25 toma posesión Molina Ureña como presidente, tras la renuncia de Reid Cabral. La posición de los constitucionalistas era “No Junta Militar”, como exigían los soldados “leales”. Se ordenó entonces el ataque al Palacio Nacional, donde aún se realizaban las negociaciones, por aviones de la Fuerza Aérea Dominicana militar por los Estados Unidos, ambas en el siglo XX con motivaciones y objetivos políticos y estratégicos distintos, matizaron la lucha armada “Ni vencidos ni vencedores”, apoyando la facción derrotada militar y popularmente, por una salida y se transforma el golpe militar en una guerra civil con miles de hermanos muertos. La segunda ocupación negociada y controlada por ellos mismos.

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