Nunca había sucedido en nuestra historia. Debemos pasar la prueba. Por primera vez celebraremos elecciones municipales de manera exclusiva. La cita es el próximo 16 de febrero, es decir, tres meses antes de las elecciones congresuales y presidenciales. Estudiosos de la política afirman que lo que ocurra allí influirá en los resultados del 17 de mayo siguiente.
Están convocados siete millones 487 mil personas. Estarán en juego 3, 849 cargos, a saber: 158 alcaldes, 158 vicealcaldes, 1,064 concejales, 1,064 suplentes de concejales, 235 directores de Distritos Municipales, 235 subdirectores de Distritos Municipales y 735 vocales. Recordemos que los municipios eligen alcaldes y concejales y los distritos municipales directores ejecutivos y vocales.

Otra novedad es que en estas elecciones no habrá arrastre, los candidatos serán elegidos mediante el voto preferencial, el cual, según el artículo 1 de la Ley 153-13, “es aquel que se realiza por medio de listas cerradas y desbloqueadas, lo que permite que el elector escoja el candidato o la candidata de su preferencia sin importar la posición que tenga en la lista propuesta por el partido político”. Sin dudas, esto provocará que el proceso sea algo complicado, pero debemos iniciar, porque es un gran paso de avance, que, entre otras virtudes, desarrollará para bien los liderazgos comunitarios.

Nuestro pueblo nunca le ha dado a los municipios la trascendencia que merecen, no obstante dominicanos ilustres como Juan Pablo Duarte y Pedro Francisco Bonó fueron partidarios de la existencia de un Poder Municipal, en adición a los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Esta idea no prosperó por una razón: la convicción arraigada de que el poder (con minúscula o mayúscula) no se cede.

En esencia, nuestros ayuntamientos han carecido de luz propia, de capacidad de gestión real, de autosuficiencia, donde la dependencia de los gobiernos centrales ha sido evidente, aunque es justo reconocer que en las últimas décadas hemos avanzado mucho, gracias a una mayor conciencia ciudadana y a un cambio de actitud y de visión de nuestros recientes jefes del Estado, en especial el actual; así las cosas, ya observamos autoridades municipales activas, eficientes, descentralizadas y comprometidas con el bienestar de su comunidad. Los ejemplos están ahí.

Valoremos nuestros gobiernos locales. Sus decisiones pueden afectarnos más que las de aquellos que están arriba, pues conocen sin intermediarios nuestras necesidades y problemas; además, podemos llegarles con mayor facilidad, sea al titular o a algún concejal o vocal.

Este 16 de febrero votemos. Ejerzamos ese derecho fundamental. Quedarnos en nuestras casas es incumplir nuestro deber. Fortalezcamos los gobiernos locales, que así ayudamos a construir una nación más democrática, participativa y con una mejor distribución de los recursos.

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