Hacer conciencia de cómo las actividades humanas, la explotación descontrolada de la naturaleza, el derroche de los recursos, que los modelos de consumo que tenemos están contribuyendo a destruir el medio ambiente, es una necesidad urgente.

En las últimas décadas hemos experimentado cambios en las temperaturas, los rayos ultravioletas del sol se han intensificado provocando daños irreparables en la piel, los efectos de las inundaciones en ciudades y costas se han agudizado, afectando no sólo la vida humana sino también la de otras especies animales y vegetales.

Pensamos erróneamente que somos “propietarios y dominadores” de toda la naturaleza para apoderarnos de sus recursos, pensando solamente en las ganancias y el lucro. Así destruimos los bosques, dañamos el suelo con desechos químicos, acumulamos basuras y contaminamos las fuentes de agua y el aire, tumbamos las selvas para desarrollar cultivos a gran escala.

Con estas y otras acciones similares hacemos un enorme daño a la totalidad del planeta, a la biodiversidad, y con ello estamos afectando el futuro de la humanidad provocando la desaparición de especies vegetales y animales, así como la migración de grandes masas de seres humanos huyendo de la miseria y el desastre ecológico, para buscar un medio ambiente más amigable para vivir.

El maltrato a la naturaleza provoca desastres ecológicos que precisan de un cambio profundo de nuestros hábitos de vida. No olvidemos que el primer derecho de todo lo que existe, es seguir existiendo, y esto empieza por valorar lo pequeño, como el barrio o la comunidad, integrar a los pobres, mujeres, hombres y niños/as, y respetar la naturaleza.

El planeta es nuestra casa común, y es patrimonio colectivo de toda la humanidad, por lo tanto, es responsabilidad de todos cuidarlo para proteger las condiciones para el desarrollo integral de la humanidad y preservar la creación.

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