Sí, érase una vez un país donde la seguridad ciudadana no era tema, que tenía bajísimos índices de delincuencia, donde los actos delictivos eran excepción, no regla; no había sicariato y narcotráfico, con toda la violencia que trae aparejada ese tráfico ilícito. Tampoco eran usuales crímenes horrendos. Ese país parece que es ya historia. Tiene ahora altos índices de delincuencia, incluyendo novedosas modalidades de asaltos y robos. Los ciudadanos se quejan de inseguridad ciudadana, enrejan sus residencias y desconfían de extraños que tocan a la puerta. Igualmente, se registran asesinatos por encargo y violencia ligada al narcotráfico, y, para colmo, también crímenes horrendos e insólitos. Ese país es desafortunadamente el nuestro. ¿Estábamos destinados a “perder la inocencia”?

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