Si comiéramos más pescado seríamos país más saludable; menor hipertensión y cardiopatías. Pero el pescado no es relevante en la alimentación popular; por factores económicos y educativos, comúnmente se prefiere la proteína cárnica: cerdo, pollo, res. Así, es políticamente intrascendente si el pescado escasea o su precio aumenta. Pero sí, en otro golpe a la economía de la población que, con propósito de dieta saludable busca consumirlo regularmente, el pescado fresco, local, está aún más caro; desde chillo, dorado o carite hasta la tilapia de criadero. En este caso, no por aumento de demanda, como sucede ahora con el pollo ante el rechazo masivo al cerdo, sino por pesca insuficiente y que el turismo copa. ¡Comer: imposible!

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