La Navidad es una época esencialmente musical. Los villancicos se pasean por los hogares y los merengues y bachatas se apoderan de las calles. Navidad representa la fiesta más larga del año, para bien o para mal.

Yo, en diciembre, tengo mi himno: “Canción de Navidad”, de Silvio Rodríguez. El extraordinario artista le canta, no a quien festeja sus millones, sino a quien no sabe qué es brindar y al que en su cotidiana lucha le da razones para amarle, a aquel que nadie le cantó. “Mi canción no es del cielo, las estrellas, la luna, porque a ti te la entrego, que no tienes ninguna”, nos expresa el trovador. Inspirado en esas letras, quería escribirle a quienes en Navidad no le dedican ni siquiera una vocal, a esos huérfanos de papá Noel, que tiritan en pose fetal en desnudos pesebres y no en postopédicos, que sus arbolitos se secaron incluso antes de ser semillas, que nacieron sin el gen de la esperanza.

Pero el tema era muy triste y de pesares estamos hartos. Además, era difícil que algún desheredado de la felicidad leyera este artículo donde él era protagonista, por lo que iba a dirigirme a los que de alguna manera, más o menos, somos responsables de su desgracia. Y para evitar tanto enredo, opté por plasmar algunas reflexiones que podrían ser interesantes en este tiempo.

En nuestra cultura el cierre del año representa también el fin de una etapa de nuestras vidas, mientras que el año nuevo es para nosotros un renacer. Estas percepciones varían de intensidad dependiendo de cada uno.

En todo período nos ocurren cosas positivas y negativas, de las que somos responsables directa o indirectamente, por comisión u omisión. No somos ni santos ni diablos, aunque debemos siempre aspirar a ser buenos ciudadanos y cumplir con nuestros deberes.

En esencia, son seis las áreas en que debemos cuestionarnos: la espiritual, la familiar, la de servicio a los demás, la relacionada con la amistad, la de superación personal por medio del estudio y la laboral.

Así las cosas, sugiero hacernos algunas preguntas. Si teníamos metas el año pasado, ¿fueron las mismas alcanzadas en el actual? ¿En qué tuvimos éxito? ¿En qué fallamos? ¿Cuáles fueron las razones para nuestros triunfos y derrotas? ¿Qué debemos hacer o no hacer? ¿Cuál debe ser nuestro comportamiento en determinadas circunstancias? ¿Fue adecuada la forma en que enfrentamos las adversidades y nos comportamos con los logros?

Busquemos en esta Navidad nuestros momentos de soledad, quizás mejor en un ambiente natural y pensemos cómo podemos ser mejores personas en el año 2020. Y escuchar las canciones de Silvio puede ayudar. ¡Feliz Navidad!

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