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Los Chicago Boys fue un grupo de economistas chilenos que entre 1955 y 1961 se formaron en la Universidad de Chicago. Entre sus profesores se destacaba Milton Friedman, que les enseñó entre otras cosas que el mercado debía tener una mínima intervención del Estado.

Hicieron suya su frase lema: “El mercado siempre acierta”.

Cuando regresaron a su país, se dedicaron a dar clases en la Universidad Católica, de donde habían egresado.

El dictador Augusto Pinochet integró a muchos de ellos en su gobierno, para que ayudaran a implementar políticas económicas que se tradujeran en una mayor prosperidad para Chile. Y así lo hicieron con todo el apoyo del mandatario: redujeron el gasto público, privatizaron las empresas estatales (incluidas las llamadas estratégicas como mineras y energéticas), y abrieron la economía al comercio internacional (reducjeron aranceles) y a la inversión extranjera.

Promovieron la iniciativa privada, en detrimento de la pública. Achicaron el Estado y lo obligaron a un estricto control de sus finanzas. Le impusieron austeridad y disciplina fiscal, y redujeron su capacidad de regular.

El dictador cedió poder sobre sus ciudadanos y los dejó libres en su manejo económico. Y como resultado, la economía se expandió a un nivel sin precedentes en la historia chilena, la inflación se redujo, y se implementó un sistema de pensiones ejemplar.

Todo lo que lograron estos “chicos” fue tan asombrosamente bueno para su país que lo llamaron “el milagro chileno”.

Convirtieron a Chile en el país más neoliberal de América Latina. Y en la única economía realmente buena en los 80. El país más rico de todos, con la mejor sanidad, la mejor educación y la más alta esperanza de vida. Y el que redujo la pobreza de un 40pc en el 1990 a un 9pc en el 2020.

Al resto de los países les bastaba copiarles. Pero no… el resto de América Latina observó con recelo… y siguió empeñado en lo que no funcionaba. Es demasiado fuerte y poderoso el empobrecedor sesgo izquierdista que tiene metido en sus venas y que contamina todas sus decisiones políticas y económicas. En unos lugares más que en otros, y según la época.

Tan fuerte es, que hasta los mismos chilenos se han dejado influenciar por agitadores de Cuba y Venezuela, y también se empeñan en contaminarse con el atraso de sus vecinos, y retroceder con ellos.

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