Aunque nuestra principal preocupación es sobrevivir a la pandemia, tenemos presente las elecciones presidenciales y congresuales del próximo 5 de julio. Esto implica que la política está en un segundo plano. Aprovecho este confinamiento para tocar el tema.
La política es servicio y no creo mucho en aquellos que participan en ella sin presentar previamente una hoja de entrega a la comunidad, resaltando que esta virtud se aprende dando ejemplo desde niño o desde joven.

La gente quiere saber la finalidad de la política, las razones del descrédito de muchos de sus actores, si uno debe o no involucrarse allí. Para buscar respuestas recurro a pensamientos de personas que admiro, siendo mi preferido el papa Francisco.
Sus reflexiones religiosas y sociales son impactantes. Me referiré a las relacionadas con la política y el papel de los laicos.

“¡No se puede gobernar sin amor al pueblo y sin humildad! Y cada hombre, cada mujer que debe tomar posesión de un servicio público, debe hacerse estas dos preguntas: ‘¿Amo yo a mi pueblo, para servirle mejor? ¿Soy humilde y escucho a los otros, los diferentes puntos de vista, para elegir el mejor camino?’. Si no se hacen estas preguntas, su gobierno no va a ser bueno. El gobernante, hombre o mujer, que ama a su pueblo es un hombre y una mujer humilde”.

“Ninguno de nosotros puede decir: ‘Pero yo no tengo nada que ver con esto, ellos son los que gobiernan…’. No, no, yo soy responsable de su gobierno y tengo que hacer lo mejor para que gobiernen bien y debo hacer lo mejor por participar en la política como pueda”.

“La política -dice la Doctrina Social de la Iglesia- es una de las formas más elevadas de la caridad, ya que es servir el bien común. Yo no puedo lavarme las manos, ¿eh? ¡Todos tenemos que dar algo!”. “Y si tantas veces hemos oído: ‘un buen católico no debe inmiscuirse en la política’ esto no es cierto, esa no es una buena vía”. (La Doctrina Social de la Iglesia promueve la participación de los laicos en la política partidista).

“Demos lo mejor de nosotros mismos, ideas, sugerencias, lo mejor; pero sobre todo lo mejor es la oración. Oremos por los gobernantes, para que gobiernen bien, para que lleven a nuestro país, a nuestra nación hacia adelante y también al mundo, que haya paz y bien común”.

Ojalá estos mensajes lleguen a gobernantes y gobernados. Son una invitación a servir desde el poder y a ser activos en esa noble tarea. En lo posible, caminemos firmes hacia el 5 de julio, involucrémonos, votemos; pero sin olvidar cuidarnos del coronavirus y de prepararnos para sus consecuencias.

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