De manera conveniente se está interpretando la elevada abstención, aunque todo el que opina sabe que hay un peligro en ciernes y que de lo que se trata es de un claro aviso de que algo está fallando. Una gran mayoría está desmotivada, evidencia de la desconexión entre representantes y representados. La experiencia en la región latinoamericana, para no ir lejos, es que estos procesos son el indicio de que el sistema empieza a dar señales de desgaste y aparecerá el que lo llene, casi siempre una figura con aires mesiánicos. Llegará el momento en que esos votos aparentemente sin dueño, hijos del desencanto y del descreimiento, se los lleva alguien y ahí es cuando surge la pregunta: ¿Y qué fue lo que pasó? Respuesta: Que la gente se jartó.

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