La caída (¿en desgracia?) de Macarrulla y de Fulcar no es poca cosa. El primero era un superministro, el de la Presidencia, y si echamos en poco hacia atrás veremos que fue pieza fundamental en la ingeniería de la actual gestión gubernamental: coordinador del Gabinete Presidencial en los días de la campaña, con funciones claves en la elaboración del Programa de Gobierno, y coordinador de la comisión de transición. Y Fulcar no necesita presentación: Jefe de campaña desde el 2014, el constructor de la estructura política y ministro, nada más y nada menos, que de Educación. Estamos en ausencia de dos columnas básicas del andamiaje del Gobierno del Cambio y que, según las malas lenguas, ambos no salieron en “buenos términos” con Abinader.

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