En el Ministerio de Educación por fin se dio una transición ordenada (entrega, con sonrisas incluidas, y juramentación del entrante en el despacho), pero el retraso es indicativo de que hay algo de cierto en lo que dice Radio Bemba de que Fulcar reaccionó con disgusto, craso error en un político curtido. Lo mismo que arrancara para la Cámara de Cuentas a pedir auditoría, lo que sazona más el hecho de ser destituido junto a su gerente administrativa. Debiera aceptar de mil amores el cargo de ministro sin cartera, una especie de resguardo (jurisdicción privilegiada), porque si pelea con el PRM (no está en la nueva dirección) y también con Abinader y si se queda en el aire, al final podría estar como el coronel aquel de García Márquez.

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