El paso de los días dio la razón a quienes opinaron que el arribo a Haití de mal entrenados policías kenianos no constituía solución al imperio de bandas ni a la inseguridad en ese Estado agónico. Incluso, acertaron también los que dijeron que había que tomarle la palabra al pandillero Chérizier (Barbecue) cuando propuso negociar para deponer las armas, pero la respuesta fanfarrona del primer ministro Garry Conille fue que no había nada de qué hablar y que entregara las armas, pura y simplemente. ¿Qué ha ocurrido? Que ahora Conille afirma: “Estamos lejos, no estamos ni cerca de ganar esto”, o sea, acabar con las bandas, para lo que pide más ayuda ($$$$). Dice un reportaje de EFE que un 80% de Puerto Príncipe sigue a merced de los bandoleros.