Sin entrar a considerar la justeza del reclamo de un mayor presupuesto y de que el Gobierno cumpla con las promesas que les hizo en febrero pasado, la paralización de profesores y empleados de la UASD, no afecta ni presiona al Gobierno Central. Es una huelga, con la amenaza de llegar a convertirse en indefinida, que solo perjudica a los estudiantes que son los que pierden docencia porque profesores y empleados, pese a que abandonan sus labores, van a cobrar sus salarios completos a final de mes. Es un método de lucha extraño, un mal negocio, porque no ejerce presión contra el Gobierno y en su lugar perjudica solo a la propia academia.

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