En todos los expedientes marinos la aparatosidad y el dramatismo han sido lo característico, con allanamientos de noches y de madrugadas, así como el traslado con esposas y celosamente custodiados. Parece ser el método predilecto, a lo que hay que agregar que cuando trasciende la acusación los medios hacen un festín y ni siquiera en la redacción existe la presunción de inocencia, asumiendo como pruebas fehacientes lo que contiene. Habrá que preguntar si es que el Ministerio Público gusta del morbo, porque, por ejemplo, interroga una y otra vez a una persona y en vez de dejarla presa ahí mismito, la envía a su casa para luego ir a tumbarle la puerta.

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