El PLD celebró ayer su 48 aniversario, ahora fuera del poder y por segunda vez consecutiva luego de 16 años en los que la conmemoración era por todo lo alto. Pero a diferencia de 2020, cuando tuvieron una muy triste Navidad, esa organización se observa encaminada a recomponerse pero lidiando con el asedio constante por presuntos actos de corrupción, situación que pone a su indiscutible figura en el ojo de un impredecible huracán. Una cosa clara es que en este momento, no hay certeza ni para los más aguzados analistas, de cuándo los peledeístas podrán comenzar a soñar en volver a tener la formidable maquinaria electoral de la que una vez dispusieron.

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