Estos días santos en que baja la marea, se prestan para dar vueltas a la imaginación y establecer diferencias, por ejemplo, entre la capital y el Cibao más allá de la rivalidad Águilas-Licey. Aunque los que emigran a la provincia Santo Domingo son “campitaleños”, conservan sus raíces y siguen llamando limoncillo a lo que en el Distrito es quenepa, donde tienen en el jobo lo que en Santiago es ciruela. En las mentes de los “campitaleños” entrados en edad están vigentes palabras en desuso como: Túnico (vestido de mujer); remúa (muda, ropa); calzapollo (zapato rústico); jumiadora (lámpara de gas); pantaleta (luego blumen, hoy pantie). “Buche de perico”, plato criollísimo de arroz y granos de maíz, es otra evocación. (Para más, hay un libro de 1971 de Román Franco Fondeur).

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