Gracias a la difusión gratuita que garantiza internet, los todólogos se desparraman por diferentes plataformas y aplicaciones. Son individuos que reducen a dos o tres frases simples los más complejos problemas de la política, de la economía o de la producción industrial, del deporte y de todas las ramas de la actividad humana. Se dan hasta el lujo de aconsejar a la población y a los gobiernos y aunque la realidad les demuestre que se han equivocado, reforman su discurso y vuelven a la carga, sin el menor pudor y con el mayor desenfado, en la siguiente columna que publican o en el canal de YouTube donde tienen su espacio. Su vanidad es tal que son inmunes a las críticas pues, como dijo El Principito: “Los vanidosos solo oyen las alabanzas”.

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