Es posible que la escogencia del cardenal Robert Prevost Martínez, como el nuevo pontífice León XIV, estuviera influenciada por la actitud bondadosa que siempre asumió el papa Francisco frente a sus semejantes, y es que en las primeras apariciones el nuevo líder de la Iglesia Católica se ha mostrado cercano a la gente, sencillo y preocupado por las cosas que están pasando en el mundo.
El papa Francisco está considerado hasta ahora como el más humano y cercano que ha tenido el Estado del Vaticano, cuyas ideas, pensamientos y estilo de vida fueron ejemplos que perdurarán por siempre en la mente y en el corazón de toda la humanidad.
Francisco se destacó por su sensibilidad, sencillez, calidez y amor hacia el prójimo. Sus palabras siempre fueron sabias y alentadoras en momentos difíciles y fue un vivo ejemplo de resiliencia cuando era aún muy joven y durante sus doce años de papado.
Abanderado del bien común, sobresalió por sus mensajes realistas y positivos que conectaban a la felicidad y a la buena convivencia de todos los seres del planeta, y fue un crítico impertérrito en contra del terror, la guerra, la depredación, y la manipulación de grupos de poder.
Durante una homilía en Roma dijo: “Es mejor ser ateo, que un mal cristiano”. Él se refería a aquellos “feligreses” que profesan desde los templos y capillas amor al prójimo y llevan una doble vida, imbuidos en negocios sucios y de engaños, sin saber que un día terminarán atrapados en su propia telaraña.
Francisco también valoraba la sonrisa y el buen humor como ejemplos claves para conseguir la felicidad, pero no esa sonrisa falsa que muchas veces vendemos a los demás, sino aquella que nace del corazón, y que no está manipulada por intereses seductores, como el dinero.
Ese era el papa Francisco. Un seguidor de la Orden de San Francisco de Asís, cuya característica principal la define como servidores de aquellos que están en necesidad material o espiritual.
Ahora lo sucede el papa León XIV, de la Orden de San Agustín, un hombre dedicado al sacerdocio, con preparación de sobra y, al parecer, con muchas cosas en común con Jorge Bergoglio (Francisco).
Ambos vienen de América, con dominio del español, con mezcla de raíces europeas. Este último con ascendencia caribeña, porque salió a relucir que su madre, Mildred Martínez fue hija de padre dominicano.
En su primer discurso llamó a la humanidad a creer en Dios, a llevar paz y a buscar justicia sin miedo a todos los pueblos.
Durante el papado de Francisco, República Dominicana no tuvo el privilegio de recibirlo físicamente, pero sí espiritualmente. En cada situación difícil por la que atravesamos, incluida la reciente tragedia del Jet Set, Francisco, en su última misa de Pascua, envió las condolencias al país en un mensaje de aliento y apoyo hacia los dominicanos.
En cambio, León XIV, durante su carrera sacerdotal, visitó en dos ocasiones la República Dominicana, específicamente, La Vega y Santo Domingo de la mano de la comunidad agustiniana en el país. Y está dando muestras en sus primeras apariciones de que será un papa con los pies en la tierra. Los 1,400 millones de feligreses están de júbilo y los que no creen en religiones, pero sí en la fe, también con este nuevo sumo pontífice.