Recuerdo cuando llegué a Nueva York en el año 1993, el libro Paula de Isabel Allende todavía no había salido a la venta, pero ya Paula su hija había fallecido, pero Francis mi sobrino aún estaba vivo.
Paula es la hija de Isabel Allende y Francisco Santana (Francis) es el hijo de mi hermana Sara Terrero y de Francisco Santana (fallecido), La primera la internan en un hospital en Madrid y murió al año, es decir en diciembre 6 del 1992, y el segundo murió en el Prebysterian Medican Center de Nueva York, en diciembre 25 del 2001, al mes de entrar en coma.

La madre de Paula tuvo que volar nueve horas hacia Madrid al saber la noticia de su hija y la de Francis tres horas hacia Nueva York. Ambas para sentarse al lado de sus hijos en la cama de un hospital.

El libro que estoy citando la autora se decidió a escribirlo a manera de memoria y como medida terapéutica, para poner por escrito todo lo que conllevópara ella la larga enfermedad de su hija y su posterior muerte.

El libro consta de dos partes, la primera cuenta la historia de la familia y la segunda cuenta las vivencias de Isabel Allende mientras su hija estuvo en el hospital, sus palabras de aliento, sufrimiento, su continuo dolor y apoyo.

Quien escribe tuvo que estar un mes al lado de mi sobrino Francis con su madre Sara su tías Loyda y Miriam (mi esposa) en un hospital de Nueva York, en un estado de emergencia que terminó con la muerte y con mucho sufrimiento y dolor para todos nosotros.

Lo que me mueve a escribir estas líneas ha sido: Primero el repaso de Paula el libro, y en ese momento pensé en mi alegre sobrino Caqui, como me dijo Esther (su prima), llorando “se murió Caqui Jeovanny”, al llegar con el cadáver. De eso hace unos 18 años.

Y segundo porque recuerdo oír decir a mi hermana con mucho dolor que para ella ya todo se acabó después de la muerte de su primer hijo y sin embargo Isabel Allende en su libro Paula, nos muestra cómo se puede sacar algo positivo, ser valiente y fuerte después de lo ocurrido.

En esa obra de la más grande narradora de la actual literatura latinoamericana te pone en perspectiva más directa con la vida y con la muerte, porque estamos o creemos estarlos, consciente de nuestra propia vida, pero no de nuestra propia muerte.

Porque si hay una manera de trascender la muerte, es a través del amor, del mucho apasionado, permanente y tierno amor que guardamos para los que amamos, dándonos desde el dolor más acervo la esperanza de que la separación definitiva no existe. Sales al encuentro de la muerte y la convierte en aliada de la vida. Te recordamos mucho Francis.

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