La directora de DiarioLibre, periodista Inés Aizpún, cada vez más se va afianzando como aquella voz que clama en el desierto, pues muchos de sus atinados comentarios dan en la llaga de nuestra orfandad política e institucional. A propósito, exponía ella -al referirse a un intercambio de diplomas, entre legisladores opositores y oficialistas (“El diploma al más corrupto”)- que “Legisladores de las últimas décadas y de todos los partidos tienen tanta culpa de la corrupción como funcionarios que han tenido despachos oficiales. Es fácil generalizar, pero injusto. El famoso hombre del maletín que compraba leyes y cerraba adendas no iba a Palacio a pagar: iba a la Asamblea. Ningún legislador lo denunció, ni siquiera anónimamente”. ¡Uf!
Y más grave aún, seguía la incisiva directora: “Peor. El senador Alexis Victoria Yeb advirtió a los dirigentes del PLD que era muy probable que la próxima se destapen nuevos escándalos de corrupción que pudieran desencadenar otros apresamientos”. Para agregar…, “No debiera estar tan bien informado, si es verdad. No debería ser tan temerario, si no lo es”. Sin embargo, creemos, no debe sorprender mucho que así suceda, pues, aquí todos sabemos o nos enteramos, vía redes sociales y “comunicadores”, de la crónica-antesala sobre allanamientos y conducencias -anticorrupción- casi siempre al filo de la medianoche….

Luego de esa crónica anunciada -o suerte de juicio público-, los encartados, culpables o no, en el fondo y para el gran público, ya fueron juzgados y condenados. Y siempre me hago la misma pregunta: ¿Qué ganará el país con el teatro-aparataje o espectáculo mediático-periodístico previo al juicio de fondo, oral y contradictorio que, cual libreto, padecen los acusados por corrupción pública? Institucionalmente, creemos que poco; aunque sí momentánea ganancia política que, en todo caso, con el tiempo, podría devaluarse.

Igual, hace poco, leía un interesante artículo-consejo, creo en este mismo diario, sobre el rol-monopolio de los fiscales Wilson Camacho y Yeni Berenice que, prácticamente, les dejan a los fiscales adjuntos, el papel de aguanta breves turnos, mientras ambos fiscales sacian la sed o cotejan documentos. El articulista infería, entre otras posibles razones, si era por falta de confianza…

Finalmente, la directora de DiarioLibre recreaba: “Entre las muchas anécdotas que han quedado de Winston Churchill hay una fantástica (…), Discutía a menudo con Lady Astor, la primera mujer en el parlamento británico, cuando era Primer Ministro. Durante un debate, Lady Astor declaró que si fuera ella su esposa le pondría veneno en el té. Churchill respondió: “Señora, si yo fuera su marido… me lo bebería”.

Así, entre sorbo y sorbo -pasarela-, hasta ya tenemos zar anticorrupción -otrora triste consultor jurídico palaciego-. ¡Avemaría!

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