Este 16 de agosto se conmemoraron dos hechos relevantes en la historia política del país. El primero lo constituyó el 155 aniversario de la Restauración de la independencia de la República Dominicana. El grito de Capotillo en agosto de 1863, permitió restablecer la soberanía que había sido mancillada por los grupos conversadores, encabezados por Pedro Santana, que tomaron la infeliz decisión de anexar la República Dominicana a España. La gesta de la Restauración permitió afianzar en la conciencia nacional la idea de la viabilidad de una República independiente. Su concreción era ya un hecho inevitable y tendría que llevarse a cabo independientemente del sacrificio que supondría.

El segundo hito histórico fue la celebración de los 40 años de la vuelta a la democracia en el país, a partir de las elecciones de 1978 y la llegada al poder del PRD el 16 de agosto de ese año. Este hecho permitió iniciar una nueva ola democrática y dar el primer paso hacia la superación del régimen autoritario y represivo de los 12 años. Esta transición hacia la democracia hizo posible avanzar hacia el reconocimiento de los derechos civiles y políticos de los dominicanos, desmilitarizar la política y replantearse los temas de la alternabilidad en el poder y la realización de procesos electorales libres y justos.

Esto constituyó una bocanada de aire fresco institucional, después de décadas de inestabilidad política y de regímenes autoritarios, con la sola excepción de los 7 meses de Bosch. Sin embargo, ni la Restauración del 63 del siglo XIX ni la transición democrática del 78 del siglo XX, deben quedarse solo en fechas históricas para recordar y celebrar. Ambos hitos deben servir para reflexionar y actuar en torno a los retos pendientes para la constitución de una República liberal e independiente, basada en una democracia sustantiva. Desafíos como la institucionalidad, la justicia social y la inclusión de los ciudadanos en los asuntos públicos siguen estando vigentes hoy.

Ambas experiencias nos recuerdan que tenemos el reto de avanzar hacia un Estado democrático que esté al servicio de la gente. Mejorar la calidad de la democracia supone el fortalecimiento y la independencia de las instituciones políticas, principalmente del Poder Legislativo, el Judicial y los órganos de control y de fiscalización del Estado. Una democracia que vaya más allá de lo procedimental, pasa a su vez por la erradicación de los niveles de pobreza y desigualdad que aún persisten en el país. Avanzar hacia la constitución de un real Estado social y democrático de derecho, es la mejor forma de honrar la memoria de los héroes y heroínas que han luchado por la libertad en la República Dominicana.

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