El pasado viernes Santo un padre, Máximo de la Rosa, de 56 años, y su hijo, Max Hamlet de la Rosa, de 22 años, perdieron la vida en uno de esos hechos que no tienen razón de ser. Fueron impactados por un individuo que conducía –según informes- bajo los efectos del alcohol.
El alcohol es una de las causas más recurrentes en los accidentes de tránsito. Durante los largos feriados, en los que mucha gente consume bebidas alcohólicas y conduce vehículos, recibimos los amargos reportes de fallecidos a causa de accidentes de tránsito. El reporte reciente del Comité de Operaciones de Emergencia (Coe) es una simple repetición de todos los años.
Pero tenemos un dato más detallado sobre alcohol y accidentes, aportado por la Oficina Nacional de Estadísticas (One), que analizó los casos por días de la semana. Su hallazgo indica que cada año cerca de 500 personas pierden la vida el domingo, debido a accidentes de tránsito.
Ese día de mayor siniestralidad es precisamente cuando se acelera el consumo de alcohol. De esa forma, la One destaca que entre 2010 y el 2017, se registraron 3,954 muertes por accidentes de tránsito sólo los domingos. El total de víctimas durante ese lapso por igual causa fue de 15,000 personas.
El alcohol aparece en un alto porcentaje de estos casos, pero la causa principal continúa siendo la imprudencia o la temeridad.
Ambas se originan en los precarios niveles de conocimiento acerca de los riesgos que entraña conducir bajo el efecto del alcohol.
Los daños materiales y las pérdidas de vida se unen a las secuelas que dejan en los heridos, los sufrimientos para los familiares y los costos económicos para el bolsillo y el Estado.
Pese a todo esto, no se advierten cambios, porque no descienden las víctimas por accidentes. Es decir, continúa reproduciéndose la misma conducta.
Y no podemos dejar de decir o hablar. Es necesario que la gente entienda que conducir un vehículo de motor entraña una grave responsabilidad.
¿Hasta cuándo?
